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Las tamborradas 31 mar 2013 14:26 Placido Guardiola

«Diálogos de tambor»


Las tamborradas, el tambor, al contrario que los desfiles procesionales no son actos para ver, sino para participar. Quienes tienen acostumbrado el sentido de la vista a recrearse en las luces, formas, el color y las formas, difícilmente pueden entender la magia que se esconde detrás del tambor.
El tambor se creó para el oído, no para la vista, de ahí que no pueda ser escrutado con el sentido de nuestros ojos. Para entenderlo, sólo quedan dos opciones: lo tocas o te sumerges en la turba que lo hace dejándote embriagar por su sonido y su son. Con el tambor vale lo de participa, escucha, dejarse llevar, pero no el ver.
Desde que comenzaron las tamborradas en Jumilla con el «Cristo de la Sangre», he seguido su paso con mi cámara, al igual que hago con los desfiles procesionales y, si algo he aprendido en este tiempo, es que el tambor no está hecho para el objetivo de la cámara. Nunca sus lentes saben captar la esencia de lo que allí ocurre. Participar en la tamborrada no es pararse al borde de la cera y verlos desfilar, con ella no hay término medio, te pones a tocar o te dejas embriagar por sus sones y ritmos. Estás condenado inevitablemente a tocar los palillos o a palpitar a su ritmo, no hay término medio.
Los objetivos, la cámara, el saber y la técnica acumulada en estos años, apenas son capaces de captar lo que ocurre allí. Es imposible reflejar en una imagen el diálogo que establecen dos tambores respondiéndose, al que se une otro y después varios más. Así, hasta unirse en un frenético tocar y dialogar entre ellos que anula cualquier sensación ajena a ese vibrar común de sus pieles, a esa comunión en el toque de los compañeros.
Intentar plasmar cuanto les cuento en imágenes es un vano intento, pero dejen volar su imaginación, presten su oído imaginario a este frenesí de redobles y sones y, quizá, las imágenes que les dejo puedan ayudarles a comprender una tamborrada, aunque nunca se hayan sumergido en ella.

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El séptimo día también trabajó 31 mar 2013 12:08 Placido Guardiola

«Sin tregua ni descanso» 



Todavía recuerdo cuando realmente nuestra Semana Santa comenzaba el Miércoles Santo llegando al Santo entierro el Viernes Santo en la noche, por tanto se reducía a tres intensos días de pasión con el paréntesis de dos domingos luminosos; el de La Burrica y Resurrección.
Mas tarde con los años, la procesión penitencial pasó del Jueves Santo de madrugada al Martes Santo, aún así nos quedaba el lunes y sábado para tomar y reponer fuerzas. Hasta no hace mucho, teníamos esos dos días libres en la Semana de Pasión; pero eso se acabó y hemos terminado con cuanto dice el Génesis 2, 2-3: «El Séptimo día Dios tuvo terminado su trabajo, y descansó en ese día de todo lo que había hecho. Bendijo Dios el Séptimo día y lo hizo santo, porque ese día descansó de sus trabajos después de toda esta creación que había hecho».


Aquí en Jumilla, no hay tregua, no descansa ni Dios en esta pasional semana. El Lunes Santo, previo vino a llenarlo la bajada y traslado del «Cristo de la Reja». En cuanto al Sábado, que nos permitía reponer fuerzas, lo ocuparon primero los tambores del «Cristo de la Sangre» con la tamborada de Resurrección y, algo más tarde, la procesión de la Redención.

Ahora, desoyendo a los textos bíblicos, tenemos la Semana Santa cuajada de actos, completa a tope, ni descanso, ni tregua, ni interrupción... La pasamos todo el mundo en la calle, pues el resto del año nos recluiremos en casa sin salir para variar.
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De la fiesta al entierro 30 mar 2013 11:51 Placido Guardiola

«Paradigmática cultura jumillana»



Si me preguntaran que tiene de especial nuestra Semana Santa, o mejor dicho, que tiene de especial frente a tantas que en estos días se celebran en España, respondería que su ambivalencia, su especial forma de plasmar y vivir nuestras peculiares contradicciones humanas.
Al Viernes Santo, le viene a ocurrir lo mismo que comentamos del Jueves santo, si ayer pasábamos de la euforia del pasodoble a la amargura, en el viernes lo hacemos de la fiesta al entierro, del colorido, el ruido y los tambores; al empaque y luto serio del sepelio.



Ignoro las razones últimas por las que nuestra particular idiosincrasia aúna en un mismo día manifestaciones tan opuestas, de lo que sí empiezo a estar seguro es que debemos enseñar a nuestros jóvenes esa dicotomía de nuestra Semana Santa, pues observo que ellos no perciben bien ese tránsito que los mayores hacemos a diario estos días sin inmutarnos, sin tomar conciencia de ello. Por eso no debe extrañarnos si luego, ellos, confunden la procesión del Entierro con la del Calvario, si los componentes de nuestras bandas ignoran cuando debe entrar la trompetería y el jolgorio y cuando el tambor bronco del silencio.
Hablamos mucho de Semana Santa, promocionamos procesiones infantiles desde los colegios, alentamos a los más pequeños a seguir las tradiciones de estas fiestas Hasta los medios locales destacan hasta la saciedad el protagonismo de la chiquillería; pero al mismo tiempo, no hacemos pedagogía de nuestra Semana Santa, de nuestra cultura y carácter. Eso, aun cuando pueda resultar difícil e incomprensible por lo paradigmática y contradictoria que es.
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Medio siglo de historia les contempla 29 mar 2013 20:52 Placido Guardiola

«50 Aniversario del Santo Costado»




Aun cuando muchos medios de comunicación han venido anunciando el 50 Aniversario de la cofradía del Santo Costado, a pesar de que hoy desfilaron por la calles de jumilla un grupo de nazarenos de esa cofradía a cara descubierta, quizá muchos todavia ignoran que, tras esos once rostros, hay medio siglo de historia.
Eran los rostros de once jóvenes que hace cincuenta años desfilaron en el año de su fundación, además de colaborar a la formación de la que hoy es una de las principales cofradías de nuestra Semana Santa.
Vaya desde aquí nuestra enhorabuena por la alegría de verlos desfilar de nuevo después de medio siglo de historia.
Acontinuación les dejo sus rostros.



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Tras la euforia del pasodoble, la Amargura 29 mar 2013 10:25 Placido Guardiola

«Dicotomías de nuestro carácter»



En nuestra vida real  ocurre igual que el Jueves Santo de nuestra Semana Santa, tras una tarde de mantillas, olor a claveles y sones de pasodoble, sucede sin solución de continuidad la procesión de la Amargura.
De este modo, tras la España va bien de Aznar y Zapatero, bajo aquella alegría de luz y prosperidad con la que mirábamos un futuro esperanzador, nos ha alcanzado, sin saber como y de repente la amargura de no ver ni perspectivas ni futuro.
Cuando observo estas paradojas, cuando veo la pasión que levantan en la mayoría de las personas estos días que llamamos santos, no puedo evitar el pensar que, en definitiva, en la Semana Santa, venimos a representar una metáfora de nuestras propias vidas. Seguramente sin saberlo, inconscientemente; pero en el fondo, nada de cuanto trasciende en ella nos es ajeno.
Nuestra Semana Santa, a la de Jumilla me refiero, está llena de esas contradicciones y grandezas que nos caracterizan, y somos capaces de pasar de la luz de una tarde de «Mantillas de Jueves Santo»,  al son de este particular pasodoble tan nuestro, a una noche solemne de amargura.
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Nuestro singular prendimiento 28 mar 2013 07:56 Placido Guardiola

«España prendida»


 
Al igual que Jesús de Nazaret fue ayer prendido y paseado por todos los jerifaltes de de aquella Galilea de los primeros años de nuestra era, de forma similar, el país entero está prendido por quienes ahora dominan y mandan en el mundo. Prendido en su soberanía nacional por Bruselas, por Merkel,por el Banco Central Europeo, por el Fondo Monetario Internacional y hasta siquieren por las propias agencias de calificación.
Como Jesús anda de un palacio a otro, que si de Pilatos a Caifás o de FMI a BCE que para el caso es igual. Todos saben que el reo es inocente, pero tiene que pagar. Pagar los desmanes bancarios del dinero europeo que se prestaba a raudales y que ahora no quiere perder cuanto con ligereza ofrecía a sabiendas de que tan fácil no se pueden prestar los denarios.
A Jesús le acusan por creerse hijo de Dios y Rey de los Judíos, a nosotros nos acusan por creernos los “Reyes del Mambo” cuando nos llenaban los bolsillos con su dinero que no cesaban de ofrecernos.
Pilatos se lava las manos para lavar su mala conciencia por condenar a un inocente, le manda azotar para despertar la piedad del pueblo hebreo. Merkel nos da una palmadita en la espalda diciendo lo bien que lo hacemos, pero pide seguir sacrificando al reo para acallar las iras de su electorado, quien sigue pensando que somos culpables por sestear tanto.
Jesús ya está prendido, listo para su crucifixión, al igual que lo está España (y con ella algún buen ladrón más deberá morir en el Calvario). Son las cosas de esta pasión del siglo XXI pues lo que nunca se admitirá es que quien está en realmente en falta, en bancarrota, es la banca Alemana o el mismísimo Banco central de EE.UU.
Ellos, nos guste o no, son y representan el nuevo imperio romano, por poco tiempo seguramente; pero lo siguen siendo.
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Cadenas de penitencia 27 mar 2013 11:57 Placido Guardiola

«Penitencia elegida, penitencia impuesta»



Siempre fuimos un pueblo penitencial, atado a las cadenas elegidas o impuestas. Nuestra historia lo acredita en sucesos como el regreso de Fernando VII «El Deseado», a su vuelta tras la invasión francesa, en donde el pueblo llano desenganchó los caballos que tiraban de su carruaje real, arrastrándolo sobre sus hombros al grito de: «Vivan las cadenas». Una forma muy popular de afirmar que preferían el yugo y la carga de una monarquía absolutista y déspota a las decisiones soberanas de un parlamentarismo liberal.
Como pueblo resignado aceptamos  las sobrevenidas  desgracias que nos llegan  y alcanzan, inexplicables, sin aviso… Nuestra única respuesta a todas las que nos sorprenden es ofrecer el sacrificio de la penitencia, infringirnos nuevos esfuerzos y dolor en un intento impotente de mitigar nuestra sobrevenida tragedia.


Ayer cuando me dirigía a la procesión penitencial pensé (tal y como resultó), que esta larga cadena de desastres que nos azotan por la tan traída crisis económica, dejaría ver sus efectos en la penitencial del Cristo de la Vida. No me equivoque mucho, aunque de todos es sabido que nunca faltaron los penitentes en este Vía Crucis de Martes Santo, observé esta madrugada un ligero aumento del fervor y flagelación penitencial.
Seguramente todos, cada uno de nosotros, aunque ayer noche no arrastrásemos cadenas por la Cuesta de Picolla, llevamos las nuestras va cuestas. A cara descubierta, calzados, en silencio y sin decir ni pío... Arrastramos algunas que voluntariamente elegimos; pero otras muchas, las más pesadas, son aquellas que otros nos han impuesto.
Siempre he preferido el peso de las cadenas que estos penitentes de Martes Santos se imponen ¡Vaya Ud. a saber por qué razones! A esas  que nos imponen y de las que, nosotros mismos, ignoramos su finalidad. Pero no lo olvide, penitentes, lo que se dice penitentes, lo somos todos.
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A propósito del Cristo de la Reja 26 mar 2013 14:16 Placido Guardiola

«De la Ilusión, la esperanza... la fe»


Ayer, como va siendo habitual en los Lunes Santos de los últimos años, de nuevo, acompañe al Cristo de la Reja en su descenso a la ciudad desde el convento. En esta ocasión se hizo pronto la noche y no permitió muchas florituras fotográficas el evento. No estaría de más que los organizadores del acto pensaran en horas más tempranas en aquellos años que, como en este, la Semana Santa cae muy temprano.
La Hermandad de la Caída ha puesto mucho empeño este año en su campaña «Si quieres,  puedes», especialmente dedicada a que los niños se animen a llevar este liviano crucificado que pende sobre la reja que da paso al altar de la iglesia franciscana.  No cabe duda que, el citado llamamiento, ha tenido su efecto, pues pudimos contemplar varios turnos de anderos compuestos de niños durante la bajada.
Sin embargo, lo que me llamo personalmente la atención y atrajo la mirada de mis cámaras, fue para mi lo más difícil de captar por un objetivo, eso tan intangible de plasmar en una imagen y que observe en la mirada y actitud de algunos de los chavales que protagonizaron el acto de ayer, la esperanza, la ilusión que latía en su interior.



Viéndolos pensé que nuestra sociedad, nosotros los adultos, hemos perdido la fe ( no me refiero ahora exclusivamente a la religiosa), la perdimos porque hace mucho perdimos la ilusión, esa que ayer observaba en el latir de estos jóvenes corazones que protagonizaban el traslado de la imagen. No en vano, la fe y la esperanza junto a la caridad, son las tres virtudes teologales o los hábitos que Dios infunde en la inteligencia del hombre para ordenar sus acciones y acercarlo a su perfección humana. No se si mi torpe intento de captar lo que les cuento está en las imágenes que ayer hice, no lo se... pero les aseguro que es cuanto vi, sentí y pensé.
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