«Despidiendo a ZP»
Ayer, los asesores de Presidencia de Gobierno habían hecho bien los deberes, hasta habían segregado los datos de sector de la construcción para demostrarnos lo imposible: “La economía Española ha crecido entorno al 2,8 %”, eso sí, sin contar que el sector que mayoritariamente da empleo y lo mueve todo, el del ladrillo, está en recesión y hunde a las cifras de nuestra economía en la inmundicia de la recesión.
Ayer, entre grandes gestos, palabras grandilocuentes, y retorcidos manejos de los datos había margen para la esperanza, para señalar que vamos por el buen camino. Todo para demostrar que: la negación primero, la no actuación después y las escuetas y mínimas reformas adoptadas nos conducen a la salvación. Resulta grotesco, por no decir patético que el paladín de la inutilidad se presente como el gobernante responsable y demócrata que dice comprender hasta el mismisimo movimiento del 15 M, invitando a todos a escuchar sus propuestas. ¡Precioso, me conmueve el corazón!.
Claro que quien desee ver progreso en la evolución de tan insigne mandatario político puede hacerlo, pues bajo su mandato hemos pasado del “Yo me considero ciudadano de un país llamado Libertad” al “Siento un profundo respeto por España”. Todo un cambio en estos casi ocho años, si señor.
Ayer sus compañeros de grupo se levantaron para aplaudir su intervención a raudales (supongo que en agradecimiento por haber conservado sus potronas), más tarde a la salida, ya en el patio del Congreso que da acceso a la Carrera de San Jerónimo, otro puñado de diputados de su cuerda le volvió a aplaudir (hecho insólito hasta la fecha); pero hasta yo mismo de haber estado allí le hubiera aplaudido hasta con las orejas, no por su buen hacer en estos ocho años, sino porque por fin se va el más necio e inútil de cuantos hombres han gobernado este país llamado España. Lo de ayer, dígase lo que se diga, se adelanten o no las elecciones, era la despedida.
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Ayer, los asesores de Presidencia de Gobierno habían hecho bien los deberes, hasta habían segregado los datos de sector de la construcción para demostrarnos lo imposible: “La economía Española ha crecido entorno al 2,8 %”, eso sí, sin contar que el sector que mayoritariamente da empleo y lo mueve todo, el del ladrillo, está en recesión y hunde a las cifras de nuestra economía en la inmundicia de la recesión.
Ayer, entre grandes gestos, palabras grandilocuentes, y retorcidos manejos de los datos había margen para la esperanza, para señalar que vamos por el buen camino. Todo para demostrar que: la negación primero, la no actuación después y las escuetas y mínimas reformas adoptadas nos conducen a la salvación. Resulta grotesco, por no decir patético que el paladín de la inutilidad se presente como el gobernante responsable y demócrata que dice comprender hasta el mismisimo movimiento del 15 M, invitando a todos a escuchar sus propuestas. ¡Precioso, me conmueve el corazón!.
Claro que quien desee ver progreso en la evolución de tan insigne mandatario político puede hacerlo, pues bajo su mandato hemos pasado del “Yo me considero ciudadano de un país llamado Libertad” al “Siento un profundo respeto por España”. Todo un cambio en estos casi ocho años, si señor.
Ayer sus compañeros de grupo se levantaron para aplaudir su intervención a raudales (supongo que en agradecimiento por haber conservado sus potronas), más tarde a la salida, ya en el patio del Congreso que da acceso a la Carrera de San Jerónimo, otro puñado de diputados de su cuerda le volvió a aplaudir (hecho insólito hasta la fecha); pero hasta yo mismo de haber estado allí le hubiera aplaudido hasta con las orejas, no por su buen hacer en estos ocho años, sino porque por fin se va el más necio e inútil de cuantos hombres han gobernado este país llamado España. Lo de ayer, dígase lo que se diga, se adelanten o no las elecciones, era la despedida.
