«Nuestra Señora la Virgen de la Asunción»Cuando de pequeño me intentaban inculcar los principios de nuestra religión, lo que más me costaba entender era el misterio de la Santísima Trinidad (eso de tres personas distintas y un sólo Dios). Más tarde, en mi adolescencia, me ocurrió otro tanto con el misterio de la concepción de la Virgen María. Pero ahora, cuando me acerco a mi medio siglo de existencia, les juro que el misterio divino que menos comprendo e intriga es el de Nuestra Srª la Virgen de la Asunción Patrona de Jumilla. Pues misterioso, sobrehumano y divino es explicarse cómo puede aguantar y soportar a su alrededor tantísima sandez humana.
De nunca hemos rodeado los jumillanos a nuestra Patrona del fervor y pasión que a otros santos (El Cristo, La Abuelita Santana, etc.), la pobre Virgen de la Asunción ha estado más bien olvidada en su retiro de San Agustín todos los años, hasta que llegaban las fiestas de la Feria. Durante estas fiestas, unos pocos devotos y seguidores la subían y bajaban al pueblo sin mucha animación ni asistencia. Prueba de esta escasa popularidad la dio D. Jorge, en la homilía desarrollada durante la misa que en su honor se celebra para su onomástica, al señalar que:
«… muy pocas mujeres jumillanas llevan el nombre de su patrona» Fue por los años ochenta, cuando las entonces nacientes comparsas de Moros y Cristianos, para legitimar o justificar su inclusión en las fiestas de Feria se acordaron de Ella. A partir de entonces, su procesión de subida y bajada adquirió más empaque y empuje. Sin embargo, a los pocos años, el Sr. D. Juan Francisco discutió o se enfadó con sus compañeros de comparsa, pasando a fundar la cofradía de la Virgen, de este modo, podía seguir pavoneándose en feria al margen de sus antiguos compañeros de comparsa. De ahí que el actualmente mayordomo, presidente o hermano mayor de la cofradía mariana (lo que quiera que sea), lo tengamos de mandamás en los asuntos de la Patrona. ¡Hasta hoy! No hay manera de desalojarle del cargo, que lleva visos de convertirse en vitalicio. ¡Claro! que quizá debamos además agradecérselo, pues de no ser por él Ntrª Srª. estaría más abandonada si cabe.
En cualquier caso, hay tienen Uds. a D. Juan Francisco, con despacho propio: antes, en la propia ermita de San Agustín; ahora, con sede en el recién restaurado arco de San Roque. A todo esto, sin que nadie sepa muy bien ¿Qué clase de asuntos debe despachar en razón a tan singular cargo? ¿Serán asuntos divinos, digo yo?.
En razón del cargo que ostenta, desfila junto a las primeras autoridades en todos los actos en honor a Ntrª Srª, edita y escribe saludas en el libro de la Virgen, siendo además
gente muy principal en los asuntos festeros. Todo ello irrita sobremanera a muchos paisanos que, guiados por la más perniciosa de las envidias, le han calificado en los foros de la red local de
«Sacapanzas». Otros, ignoro si con segundas ironías, han proclamado su candidatura a la Alcaldía para las próximas elecciones. Cosa que tampoco es de extrañar, si tenemos en cuenta que, en nuestro pueblo, todo el que se mete a organizar unas fiestas de barrio o pedanía, al poco, lo hacen concejal, candidato o empleado municipal.
Mientras tanto, como máximo responsable de la cofradía, es quien decide, en la procesión patronal, quitar la nube o el ángel a la Virgen, eso y cuanto se se le antoja. Olvidando que es una ascensión a los cielos, además de que su escultor Pinazo, simbolizó a la perfección en esos elementos dicho tránsito celestial. A restaurado, a mi juicio maquillado como una muñeca pepona, a Ntrª Srª. y, dicen las malas lenguas viperinas, que hasta ha querido abrirle los ojos, ponerla en pie y que piensa encargar una nueva escultura.
A todo esto, Ntrª Srª la Virgen de la Asunción, no pierde su divina compostura y con una paciencia infinita aguanta estoicamente tanta memez humana. Mientras, en su serenísimo semblante, sigue reflejándose la dulzura de una madre amantísima. Todo esto que les cuento ocurre mientras nadie dice nada y la Virgen Santísima lo soporta con prudente paciencia, por eso, todo esto que les relato me parece un verdadero
«Misterio Divino».