-->
Mostrando entradas con la etiqueta Racismo. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Racismo. Mostrar todas las entradas

Multiculturalidad e Integración 21 oct 2010 10:19 Placido Guardiola

«La bomba social con espoleta retardada»

Hay que tener bemoles en esta sociedad tan progresista para dar por finiquitado el intento de construir una sociedad multicultural, tal y como ha hecho recientemente en Postdam (al sur de Berlín), la canciller alemana Angela Merkel.
Allí ante las juventudes de su partido Unión Cristiana Democrática les dijo a los suyos: "A principios de los años sesenta nuestro país convocaba a los trabajadores extranjeros para venir a trabajar a Alemania y ahora viven en nuestro país (...) Nos hemos engañado a nosotros mismos. Dijimos: 'No se van a quedar, en algún momento se irán'. Pero esto no es así" para concluir después que: "Y, por supuesto, esta perspectiva de una [sociedad] multicultural, de vivir juntos y disfrutar del otro (...) ha fracasado, fracasado totalmente".
Seguramente Merkel ha dicho lo que una enorme mayoría sabemos, pero nadie se atreve a sostener públicamente por miedo a ser tachado de «racista». La multiculturalidad de la que hablan los dirigentes políticos, no deja de ser una palabra hueca con la que escondemos una realidad bien distinta; la construcción de grandes guetos en la mayoría de las ciudades europeas, el confinamiento a zonas más o menos deterioradas de oleadas de emigrantes que aceptan trabajos que los nativos rechazan o lo hacen en precario, mientras persisten en sus costumbres y culturas nativas.
Que coste que no hablo de ciudades que nos son ajenas, si no me creen, ésta tarde cojan y den una vuelta por el casco más viejo de Jumilla, suban desde la Plaza de los gastos a la Acerica, Calle Capitán, y alrededores. Observen el vecindario y juzguen. Si este paseo no les convence, caminen al final de Avenida de Yecla, en torno a los llamados «Pisos Rojos» (antes también Gran Shampoo). Si todavía no les basta el próximo domingo cojan la carretera del cementerio en su paseo por detrás del cerro del castillo.
De esta guisa si ellos aceptan trabajos que no deseamos, están en esos sitios confinados y viven en estas zonas que, de paso, colocamos unas viviendas que entre nosotros no tienen demanda vendiéndolas o alquilándolas. Miel sobre hojuelas. No hay problemas ¡Viva la multiculruralidad!.
El problema comienza cuando el trabajo escasea y nosotros estamos dispuestos a trabajar en lo que antes no queríamos, cuando saturan la atención médica que hasta ahora (con sus defectos), funcionaba como una seda, cuando ellos persisten en costumbres y modos propios de su cultura que está a años luz de la nuestra y cuyos hábitos y normas se dan de narices con los valores nucleares de nuestra cultura (el tema del tratamiento a la mujer, por ejemplo)... Entonces, es muy fácil ser defensor de boquilla de la multiculturalidad si vives en un barrio alejado de sus guetos, mientras en tu casa trabaja como chacha una dominicana a la que quieres “como si fuera de tu familia”, hasta le das los enseres y ropas que desechas.
Seamos serios, esto ni es multiculturalidad, ni convivencia pacífica, ni leches… Esto es construir guetos que viven de espaldas a nosotros y un día estallarán socialmente.
Para construir una sociedad multicultural, ellos y nosotros deberíamos renunciar a parte de nuestra cultura y construir una bien distinta en la que ambos creyéramos, un nuevo ideal social en el que todos participásemos. Pero eso que parece tan sencillo, es una entelequia, pues ellos defienden las cosas de su cultura como un derecho y, nosotros, las de la nuestra. Ni ellos ni nosotros estamos dispuestos a renunciar.
Lamentablemente, Merkel lleva razón y esto de la multiculturalidad es un camelo para los bobos que esconden la cabeza bajo el ala.
-->Leer más...

La inmigración 6 sept 2009 10:18 Placido Guardiola

«No somos racistas, sino irresponsables camicaces»



Me pide un lector que me pronuncie y opine sobre la inmigración, pues sobre esta digo que el ser humano no se caracteriza frente otros seres vivos por la inteligencia; sino por la búsqueda constante de la felicidad y el bienestar. Ese es el origen y sólo eso permite comprender el fenómeno. Desde el punto de vista social y político, le diré que seguramente no existe ningún país salvo el nuestro donde gobiernos, políticos y gobernados hayan actuado tan irresponsablemente sobre este fenómeno.
De esto y del sentido común se deduce que un inmigrante, como un nativo, está sujeto a los mismos derechos y obligaciones que cualquiera. Como les tenemos que reconocer una serie de derechos conquistados con el esfuerzo de todos, es por lo que nos vemos obligado a no admitir más inmigrantes que aquellos que nuestra capacidad como sociedad pueda admitir y demande. Una vez aquí gozan de iguales derechos e iguales obligaciones, ni más, ni menos.
En los países con gran tradición en emigración, no es nuestro caso (en esto somos novatos), la policía vela por salvaguardar sus aduanas y fronteras impidiendo la entrada ilegal. Así, los guardacostas de aduana americana saben por ejemplo que el inmigrante no debe tocar tierra estadounidense o terminar de cruzar el Río Grande, pues si lo hacen, el Estado, la sociedad, debe acogerlo otorgándole más tarde o temprano la ciudadanía plena. Sobre este asunto, los partidos políticos de esos países no hacen política, hay un gran consenso. Su ciudadanía en general, salvo algún desaprensivo, no se aprovecha de la situación ilegal de indocumentados en beneficio propio.
Tomen nota de lo que hacemos aquí, nuestra policía aduanera no impide la entrada sino que guiados por un buenismo mesiánico, corren a ayudar a desesperadas victimas de la emigración ilegal con mantas y termos calientes. Me parece muy bien, pero que nadie proteste después porque una vez aquí seguramente no podemos deportarlo, pues ellos sabedores de esta práctica o son de países donde no tenemos extradición o, si lo son, han destruido sus papeles. En la patera, la policía ha comprobado que en la mayoría de los casos hay quien tiene un móvil desde donde llamar al primo, paisano o directamente a comisaría cuando la cosa se pone fea en la mar. Luego las administraciones (las de los dos colores), que ordenan actuar así a nuestra vigilancia fronteriza, cuando ya no pueden sostener tantas personas en los centros de acogida (especialmente en Canarias), los montan en el avión y los reparten por la península con un billete de autobús o un bocadillo. Practicas realizadas por quienes en la oposición se encerraban en iglesias al grito de: «Papeles para todos» haciendo politiquilla navajera. Esa práctica de disolver ilegales también la desarrollaron los otros desde el Gobierno de entonces hasta la dimisión de Pimentel. Después, eso sí cómo no, levantan acta a un agricultor que lleva trabajando en su vendimia uno de estos pobres inmigrantes sin papeles.

En ésta foto, inmigrantes cultivando parcelas de cultivo intensivo en Jumilla.
Arriba, un inmigrante en los improvisados campos de bolei detrás del cementerio

¿Sus paisanos y los míos que hacemos mientras tanto? Practicar idéntico buenismo mesiánico por fuera e irresponsable actitud de facto. Bajo el «Probrecitos, nosotros hemos sido emigrantes igual que ellos» esculpamos nuestra mayor o menor vena racista y alquilamos la casa de la madre o el suegro (esa que está para hundir), a diez mil euros el catre, con ese dinero, nos compramos un piso nuevo en el polígono A5 y fomentamos el España va bien de estos años atrás. Ellos, que duda cabe, han contribuido a la prosperidad pasada, han aceptado trabajo que nosotros rechazábamos, de paso también han ayudado al esplendor de nuestras miserias (boom inmobiliario e hipotecario), aunque en su disculpa diré que en su caso, no les quedaba más remedio. Por tanto, ahora debemos reconocerles los mismos derechos de paro y cobertura. Eso a los legales; pero también a los ilegales de los que somos responsables y culpables. Eso sí, derechos los mismos, concesiones especiales en razón de su cultura, religión o creencias, ninguna. Como ves amigo lector, para nada estoy de acuerdo con eso de que: «estos vienen a quitar nada, o aprovecharse de algo (sanidad y educación)», especialmente ahora que nos vienen mal dadas las cosas; pero tampoco creo que cuanto esta sociedad ha logrado se pueda abrir indefinidamente, regalandolo alegremente como si del maná se tratase. De ahí que piense que lo que venimos haciendo es un tremendo error y de una enorme irresponsabilidad social para con nosotros mismos. No es que lo piense, lo sé desde que en 1997 estuve destinado en Guinea Bissau (el cuarto país más pobre de este planeta), en una misión avalada por el Banco Mundial y Naciones Unidas. En aquella estancia aprendí varias cosas:

  1. Que en lo sucesivo, la inmigración a occidente de los países del África subsahariana sería un fenómeno imparable.
  2. Que lo mejor que los occidentales podemos hacer por África sea por parte de ONGs u organismos internacionales (incluido yo en una misión educativa u otros en misiones sanitarias, etc.), es dejarlos definitivamente en paz.
  3. Que los pobres, pobres de solemnidad, esos no se vienen, los que llegan son los más preparados, los más jóvenes y con más medios materiales aunque sea para pagar unos mil euros por la patera (toda una pequeña fortuna allí), a los piratas que los traen- En estas sociedades ellos son lisa y llanamente los que estarían llamados a levantar sus países. Si salen de la tierra que les vio nacer, es por esa búsqueda de horizontes y esperanza ante la desolación que ven; pero los pobrecitos de verdad, esos, se quedan allí.
  4. ONGs conocí una infinidad de ellas in situ, amen de las que ya tenía noticias aquí, pero sólo mereció mi reconocimiento y aprobación una: Caritas Internacional.

De ellos, me quedaría con la esperanza de mejorar, con las ganas de comerse el mundo (que nuestra sociedad ha perdido), de nosotros amigo lector, estoy hasta las narices del buenismo mesiánico, el blandiblu melifluo intercultural que nada encierra dentro y la irresponsabilidad aprovechada. Lo demás amigo mío es puro racismo.

-->Leer más...

La forma y el Fondo 19 jun 2009 23:29 JUMILLA-BLOG

«En la forma y el fondo»

En Jumilla hay brotes de racismo. Dijo Bertold Brecht (dramaturgo y poeta alemán 1898-1956): “Primero vinieron a por los judíos y no dije nada porque no era judío. Después vinieron a por los comunistas y no dije nada porque no era comunista. Más tarde vinieron a por los sindicalistas y no dije nada porque no era sindicalista. Luego vinieron a por los católicos y no dije nada porque era protestante. A continuación vinieron a por mi, reaccioné y grité, pero ya era demasiado tarde: ya no quedaba nadie que hiciese algo por mí”. Estimados paisanos, la convivencia del futuro se defiende desde ahora mismo. Cuando la perdamos, lo pagaremos todos sin distinción. Y una forma implacable de defender la convivencia es a través de la educación. Los niños que formemos ahora, las normas en las que le hagamos vivir y desarrollarse, serán las que apliquen mañana como adultos. La razón es evidente: lo que han aprendido es lo que “entenderán como normal y adecuado”. Si sembramos aires, recogeremos tempestades. Si educamos en la integración, la inclusión y la convivencia pacífica, sin discriminación, viviremos mañana pacíficamente.
En Jumilla hay brotes de racismo, y la Consejería de Educación de la Comunidad Autónoma de Murcia, a través de su Servicio de Planificación, toma la decisión de crear un aula más para niños de 3 años, para el próximo curso, en el Colegio Público Príncipe Felipe, con el argumento de que han ido unas madres pidiéndoselo. No hace falta porque sobraban plazas en otros centros de alrededores o próximos, pero daba igual. No sabemos si las madres que solicitaban el aula lo hacían porque sólo querían el C.P. Príncipe Felipe, porque no querían mezclarse con otros niños inmigrantes de colegios próximos, o porque alguien quería demostrar a las madres quien son los/las verdaderos/as conseguidores/as, pero lo cierto es que las consecuencias abonan la segregación, los colegios-gueto, el racismo y el odio al otro (para muestra ver ya lo que ocurre, leyendo los comentarios del Foro del Telecable, tras la noticia de la ampliación del IES Infanta Elena anexionándole el Colegio).
La decisión de la Consejería es un error, en su forma de actuar (ninguneando al Ayuntamiento y la Comisión de Escolarización) y, en el fondo si analizamos las consecuencias a corto y largo plazo. No deseo echar culpas a nadie, sólo deseo que los errores se rectifiquen, porque ya lo he dicho: las consecuencias de la mala educación las pagaremos todos, sin excepción. Yo lo hago por mí, y espero que tu lo hagas por ti.
-->Leer más...