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Esos adolescentes 3 dic 2013 15:08 Placido Guardiola

«Expresión de amor»




Me pregunto si con el paso de los años, uno olvida cómo fue su adolescencia, esa etapa de nuestras vidas a las que nuestras madres denominaban simplemente : «la edad del pavo». Siento no acordarme en detalle para juzgar si siempre los adolescentes hemos sido igual de «gansos» a los que actualmente pasan por dicha etapa.
Desde hace unos días ando dándole vueltas a la memoria intentando recordar cuan bausanes éramos de adolescentes para tratar de comparar con el grado que en eso alcanzan hoy en día los de ahora. Ahora, de entrada, apenas son capaces de dirigirse a alguien del sexo opuesto salvo a través de mensajería, redes sociales o móvil. Sin embargo esa supuesta timidez que invade sus comunicaciones se vuelve escandalosamente pública invadiendo muros, calles y plazas con enormes pintadas proclamando los sentimientos hacia persona amada.
Entiendo lo primero, en eso recuerdo que también nuestra generación pecaba de recato, timidez y se recurría a la nota que se pasaba a través de una amiga; pero nunca se hacía público, pues el que se supiera nos sumía en el más profundo abismo de vergüenza y sonrojo. A lo sumo, discretamente en los rincones más al resguardo de las miradas indiscretas, nos atrevíamos a dibujar un corazoncito con las iniciales de marras. Si la cosa era muy arrebatadora le pintábamos la flecha atravesándolo y las pertinentes gotas de sangre derramada por el dolor de la ausencia.


Hoy en día no, muy al contrario no dudan en coger el espray de pintura ristre en mano e irse a cualquier muro, plaza o puente de gran visibilidad guarreando el lugar con el grafiti más sincero que proclama sus sentimientos más íntimos a los cuatro vientos. No dudan en escribir su nombre, sus iniciales, o sus secretos más íntimos.
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No ser una carga para ellos 7 dic 2011 16:53 Placido Guardiola

«Juventud e individualismo»
No ser una carga para mis hijos se ha convertido en uno de los tópicos más aceptados sin que apenas al pronunciarlo seamos capaces de desentrañar cuanto significa la frase. De entrada nadie quiere ser una carga, porque nadie quiere ser un desvalido, dependiente, inútil o enfermo imposibilitado. Hasta ahí nada que objetar y de hay quizá la plena aceptación del tópico.


A poco que pensemos sobre el sentido de la frase, nos daremos cuenta que ella encierra el sentido de aceptación por nuestra de dos grandes tendencias actuales de la modernidad: la primera, que ensalza la juventud (periodo en el que menos posibilidad de dependencia existe); la segunda, nos adherimos a la corriente individualista que pasa de crear o establecer cualquier lazo de dependencia o responsabilidad con los demás. Seguramente es por ello que el tópico de marras tiene tanta aceptación disfrazado con el barniz generoso de no convertir en esclavos de nuestra existencia a nuestros descendientes.
Sin embargo no fue antes así, los hijos siempre fueron una carga para los padres (lo siguen siendo, aunque sólo sea en facturas a pagar), que debían proporcionarles lo necesario hasta que se valiesen por si mismos o su emancipación. A cambio, más tarde los hijos tenían el deber de cuidar de los padres cuando estos fueran ancianos. En definitiva vivir en sociedad significa cuidar y velar los círculos de dependencia, el «Hoy por mi, mañana por ti». No existe vínculo social sin ayuda y solidaridad mutua ¿A cuento de qué viene ahora escandalizarse de que mañana necesitaremos de nuestros hijos?
Comienzo a preguntarme si, mi generación, es la más estúpida de todas las generaciones de la historia: nos marchamos anticipadamente de casa de nuestros padres, nuestros hijos no se marchan ni con agua hirviendo y, para colmo, no queremos que ellos se ocupen de nosotros que el día de mañana cuando no nos valgamos por nosotros mismos
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