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¿QUÉ FUE DE ERMUA? 18 nov 2009 22:20 Bartolomé Medina

Escribo estas líneas con la seguridad de que no sólo no van a gustar sino que van a molestar a unos cuantos, pero, como tengo la convicción de que la mejor crónica corta de la Guerra Civil la escribió Eslava Galán con el título "Una historia de la Guerra Civil Española que no va a gustar a nadie", voy a la faena.
Estos días de alacranes y escorpiones me ha venido repetidamente a la cabeza aquel año de 1997, cuando Miguel Ángel Blanco fue secuestrado por un grupo de indeseables de ETA. Exigían en su chantaje, fíjense que tampoco era tanto, el acercamiento de los presos a cárceles del País Vasco como premisa para la liberación del concejal. Nadie dudó. Todo el mundo se puso de acuerdo sin rechistar a exigir la inmediata liberación de Blanco sin condiciones. El final se sabía de antemano. Era cuestión de contar los minutos. Recuerdo la emoción de aquellos momentos; las manos llenando el televisor, millares de personas en las calles... La verdad es que nunca se me había ocurrido pensar que aquella historia se estaba grabando al revés que en las películas: es decir, el atracador con los rehenes en el banco que pide una moto, y se la dan, pide un coche y se lo dan, pide un avión... y también se lo dan. Y pensaba que nuestra versión de la película era la correcta... hasta que oí hablar a las mujeres de los marineros del Alakrana. Aquí se me cayó el sombrajo. Estas señoras "pedían y exigían", que no es poco, que el gobierno entregara a dos piratas detenidos porque el resto de piratas, los que quedaban en el Índico, ponían esa condición para liberar a sus maridos. Ya está, así de fácil. Y la oposición, que aquí sólo podía sacar pesca, mira que chiste, apoyándolas y criticando al gobierno. Mientras, los piratas se reían de nosotros vía satélite -porque como ya se ha dicho saben lo que decimos y hacemos al minuto, y eso que no tienen SITEL-. Ni bajaron a tierra a tres marineros -como ha desvelado hoy Moratinos- ni les importaba un pepino otra cosa que las perras; pero sí les interesaba sobremanera que siguiéramos haciendo lo que hemos hecho: pegarnos mamporros unos a otros por cuatro votos, soltar la lengua sin saber de qué iba esto y gritarnos, gritarnos mucho unos a otros... en vez de gritarles a los que había que gritarles, a los piratas; por televisión, por radio, por señales de humo, y mientras, en connivencia, y en el caso de que la intervención militar fuera imposible, los diplomáticos, que son los únicos que arreglan bien estas cosas, hubieran conseguido la máxima ventaja en la negociación con estos que se denominan a sí mismos, según dicen los expertos "hombres de negocios".
Un país de cantamañanas, empezando por los cantamañanas del gobierno que no sabían por donde tirar con tal de quedar bien, y no ensuciarte las manos -recuerdo aquellas manos se Ermua-, que no tuvo el cuajo de reunirse con los familiares hasta pasado un santo mes, que ya es decir, y que falló en su intento de gestionar hombres por hombres, detenidos por rehenes; una oposición cantamañanas que utilizó sin piedad a las familias y no fue capaz en ningún momento de aplacar las ansias y llamar a la unidad para sacar ventaja en la negociación con los piratas, porque era lo que menos les interesaba (como le oí decir a alguno: "cuánto más dure más picará el Alakrana"), con el único objetivo de desgastar al rival; unos cantamañanas, los partidos nacionalistas, que se aprovecharon también de los familiares para hacer su particular guerra vasca: "vamos a exigir a Madrid, a exigir a Madrid", ¿y Bilbao qué hace mientras?; unos armadores cantamañanas, a los que nadie (pobrecitos mis votos) menos Llamazares, se ha atrevido a criticar, que se sientan muy cómodos a que les saquen las castañas del fuego, o el dinero del Banco de España y meten en la bodega el trapo para sacar la ikurriña en cuanto pierden de vista la costa, convirtiéndose, según la ley del mar, en pesqueros piratas, como puerto pirata es el de Bermeo, que sólo presentaba, hasta hace nada, la ikurriña a los visitantes, ocultando el pabellón que le corresponde oficialmente. Todos y cada uno de los nombrados han ido a su propio beneficio, no al común, y no han reparado en la inteligencia mediática de los piratas, que los han manejado como marionetas inertes. No nos engañemos: el gobierno no ha actuado bien, pero quien ha hecho el ridículo ha sido España entera, todos los sectores, y a quien hay que reprobar es a todos los implicados, sin piedad. Dónde quedó Ermua, donde esa masa compacta. Estos pedían la extradición ilegal de dos piratas, casi nada, aquellos el acercamiento de presos, no su liberación. ¿Porque nos plantamos con aquellos y nos hemos bajado los pantalones con estos? ¿Qué clase de país es éste? Me acuerdo ahora de Eslava Galán. Hemos sustituido el espíritu de Ermua por el espíritu de la Guerra Civil. Definitivamente, esto no le va a gustar a nadie.
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