Hasta aquí, en los valles del Aneto y a mas de 2400 metros de altitud, llega el hedor putrefacto de nuestra política barriobajera y corta de miras. En nuestra etapa del sur entre de Benasque -Cerler t Castaneda recorremos amplias praderas donde hoy todavía pastorea una reducida cabaña de ganado vacuno, después tras atravesar el collado de Basibé descendemos hasta llegas a nuestro pueblo de destino donde nos hospedaremos en Ca de Graus, regentada por un joven que complementa su oficio de restauración con otros que le permiten mantener con holgura suficiente a su familia. Hijo de pastores el tiene un título universitario en restauración que exhibe con cierto orgullo en el comedor de su casa en donde atiende y prepara magníficamente los productos locales que forman la base de su cocina, especialmente la carne de cordero. En otros ratos colabora en la vigilancia y mantenimiento de estaciones eléctricas de la zona.
Es el signo de los tiempos, pluriempleo y puesta en valor de la casona que heredara de sus padres mediante la remodelación en hotelito para aprovechar las nuevas sinergias turísticas. En sus salas y comedor pueden verse los viejos instrumentos agrícolas que utilizaran sus mayores dispuestas tal si fuera un museo de antropología rural. Allí el yugo, más allá las corvillas, el viejo calentador de cama en el rincón o los palillos de hilar lana que hoy sólo unos pocos reconocerían su utilidad.
Al día siguiente emprenderíamos por el Este nuestra penúltima etapa que nos conduciría al pueblo con nombre de montaña, el Aneto. De nuevo aquí caminaríamos por verdes laderas de pradera donde no ha mucho pastaran cientos de miles de cabezas de ovino. En el Aneto pueblo, hoy con apenas trece habitantes de continuo, más de sesenta mil nos dice Mario, nuestro anfitrión que regenta el hotelito rural donde pasaremos una noche.
También Mario fue antes que hotelero pastor, pero como el mismo dice esto ha cambiado mucho y, en la actualidad, es más fácil traer cien camiones de ovejas de Alemania que poder traer un rebaño que pasta apenas un kilometro más abajo. Claro que allí, mil metros más abajo, es Cataluña y aquí en el Aneto pueblo es Aragón. Cosas sorprendentes de esta España invertebrada en autonomías a las que tanto progreso y bienestar nos proporciona.
«...es más fácil traer ganado de Alemania que trasladar el autóctono de un prado a otro»
Para Mario la decadencia del ovino en la zona ha venido entre otras causas por la burocracia y papeleo de unos valles que difícilmente delimitan las líneas artificiales que separan ambas comunidades. Nos cuenta como no hace mucho un vecino suyo con más de seis mil borregos tiró la toalla ante las dificultades que tenía para trasladar su rebaño de una ladera (catalana) a otra (aragonesa) en donde ambas desde siempre tiene derechos a pastos, pero al parecer no lo entendían así de claro los técnicos de una y otra consejería que le venían exigiendo las guías del traslado del ganado. Como dice Mario, es más fácil traer ganado de Alemania que trasladar el autóctono de un prado a otro.Curiosamente Mario que reside en Aragón habla una especie de castellano tan catalanizado que más bien diria yo que es catalán. Su negocio está dado de alta en Cataluña y su asistencia médica y hospital de referencia la tiene más cercana en esa comunidad. También estas cosas son propias de este país donde todos somos iguales en derechos. Aunque no parece verlo así nuestro anfitrión quien está decidido a dar de baja su pequeño negocio en Cataluña y en alta en Aragón, según parece esto le permitirá ahorrarse unos trescientos euros que como el dice irán a la buchaca y quedaran en casa.
Parece mentira que hasta estos parajes montañosos, surcados por e verdes praderas desde las que se divisan los neveros y glaciares del Aneto y Maladetas, llegue el tufillo disgregador de nuestra España invertebrada y autonómica.