La primera razón para sacar la cámara al aire libre en una noche cerrada o con luna, nada tiene que ver con la fotografía y mucho con disfrutar de uno de los mayores espectáculos que la naturaleza nos brinda allí donde la acción urbanizadora del hombre no ha llegado. Me refiero, claro está, al cielo estrellado. Elevar la vista al firmamento en un lugar donde la contaminación lumínica de la ciudad no alcance es seguramente el reencuentro del hombre con la naturaleza y el universo de la forma más fascinante y sobrecogedora que cabe imaginar. Mirar el cielo es una experiencia de humildad y de unidad con el cosmos que nos rodea, es una mirada al pasado cuando la luz que llega a nuestras retinas partió de estrellas que están a cientos de años de nosotros y, lo mejor de todo, que está ahí sobre nuestras cabezas de forma gratuita para quien desee elevar la mirada.
Solo por esta razón deberíamos sacar más a menudo nuestras cámaras para tratar de plasmar en imagen su belleza, pues con independencia de la calidad de la imagen obtenida, nos brindará la oportunidad de hacer algo que nuestros antecesores hacían y disfrutaban a diario.
«...las largas exposiciones permiten ver estrellas que nuestras retinas no alcanzan»
La segunda razón por la que debemos sacar las cámaras durante la noche es porque las largas exposiciones permiten ver estrellas que nuestras retinas no alcanzan. Su brillo es tan débil y lejano que nuestras pupilas no alcanzan a percibirlo y sin embargo los modernos y luminosos objetivos junto a la mejora de los sensores de las cámaras permiten plasmarlos en nuestras imágenes nocturnas.De tal forma que la Vía Láctea, a simple vista es una especie de nube blanquecina a nuestros ojos, se torna rica en matices rojizos, purpuras y azules ante nuestras lentes. La tercera razón por la que recomiendo hacer fotografía nocturna es mucho más fotográfica, pues este arte lo definimos como pintar con luz. La luz es la esencia misma de la fotografía y, durante el día, sólo podemos servirnos de aquella que nos brinda el sol y las condiciones atmosféricas, a lo sumo corregir alguna sombra con el flash; sin embargo en la noche, podemos iluminar, pintar con nuestros flashes y linternas los planos cercanos, iluminar unas cosas y no otras. Cambiar con geles de color la propia luz. Añadir mil efectos con leds de color, lana de aluminio, etc.
La cuarta razón para hacer fotografía nocturna es más personal, pero que de seguro comparten todos los que se iniciaron en la vieja fotografía analógica. En la fotografía nocturna ocurre como en la vieja fotografía de carretes, no vale darle al dedo y repetir sin piedad toma tras toma convirtiéndonos en auténticas ametralladoras que fulminan una y otra vez cuantos motivos atraen nuestra atención.
En la nocturna no vale eso, hay que pensar antes de apretar, hay que elegir el motivo y el encuadre meticulosamente un error y habremos perdido más de media hora, cuando no la noche entera. Por la noche, las exposiciones son largas, aun iluminando con linternas cuesta mucho encuadrar con exactitud. No hay reglas y sólo vale la experiencia acumulada de otras salidas y pruebas, si te olvidas de cualquier ajuste todo se irá al traste y habrá que volver otra noche, pues la constelación elegida o la luna no volverá a estar en esa posición hasta el siguiente día como mínimo. En definitiva los retos que plantea la fotografía nocturna nos retrotraen a otros tiempos donde hacer fotos requería de reflexión, de estudio y análisis antes de apretar el obturador de nuestras cámaras.
«...aquí de nuevo nos encontramos con la aventura de no saber qué pasará hasta el revelado»
La quinta razón por la que recomiendo a cualquier aficionado a practicar la fotografía nocturna es porque, como ocurría con las viejas técnicas analógicas, aquí de nuevo nos encontramos con la aventura de no saber qué pasará hasta el revelado. Hay que esperar a que el procesador de nuestras máquinas procesen la eliminación del ruido electrónico que generan por la ausencia de luz y altas sensibilidades. Aquí no vale mirar el display del respaldo de la cámara y ver al instante la toma que acabamos de realizar. No ahora si estuvimos diez minutos con el obturador abierto habrá que esperar otros tantos a que se procese.En la fotografía nocturna, como en la vieja analógica, a nada que realicemos varias tomas de larga exposición nuestras baterías reducirán su carga hasta agotarse. Tras un disparo de diez minutos, otros tantos de procesado tendremos que esperar al menos el doble para que nuestro sensor se enfríe.
En la nocturna como antes en la digital, vuelve la magia de esperar y dejar tras el procesado que la magia de la fotografía nos desvele nuestros aciertos y errores en la toma.
«...Aquí reside el límite entre quienes hacen fotos y aquellos que son aficionados a la fotografía»
Las mejoras en el software y procesado de imágenes hacen cada día más fácil e intuitivo hacer fotografía diurna, cualquiera sin el más mínimo conocimiento sobre las técnicas fotográficas puede obtener imágenes sorprendentes, con la fotografía digital casi todo el mundo hace y comparte magnificas fotos en las redes sociales pero no todos pueden saben ni sus máquinas les permiten capturar la magia de la débil luz de la noche controlando sus matices. Aquí reside el límite entre quienes hacen fotos y aquellos que son aficionados a la fotografía, por ello recomiendo a todos mis amigos que comparten esta afición a practicar la fotografía nocturna.
La fotografía nocturna es mágica Plácido, yo llevo enamorado de ella desde hace un tiempo, muchas gracias por tus cinco razones para practicarla.
ResponderEliminarUn saludo
Me consta Antonio, pues te sigo en tus blogs y en las redes sociales, son magnificas las que haces. Eres un verdadero maestro en ésta modalidad (también en otras).
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