La Janucá es una fiesta judía que conmemora la independencia de este pueblo tras la derrota de los macabeos a los helenos. Ésta festividad se celebra según el año a lo largo del mes de Kislev del calendario hebreo (noviembre/diciembre del gregoriano nuestro), y es conocida como la «Fiesta de las luces». Durante ocho días consecutivos, al anochecer se enciende una nueva vela en el candelabro judío conocido como Janukián.
Conmemoran de este modo el milagro acaecido cuando los macabeos entraron en el templo de Jerusalén y encendieron el candelabro con "Oleo sagrado" , pues a pesar de tener sólo aceite para un día, sus luces permanecieron encendidas durante ocho.
De idéntica forma milagrosa, en Jumilla, cuando el Ayuntamiento es incapaz de pagar no ya las luces navideñas, sino el préstamo de pago a proveedores que acaba de renegociar por su importe integro tras haber pagado sólo los intereses devengados en estos casi cuatro años; prodigiosamente nos obsequia a los ciudadanos con las que, sin duda, han sido las mejores luminarias navideñas de toda la historia. Digo bien, las luces de esta navidad jumillana son sin duda las mejores de la historia, pues hasta donde alcanza mi memoria y, alcanza ya más de medio siglo, éstas son las más brillantes y suntuosas de las que he conocido.
Podemos pensar lo que queramos, pero es indudable que hay que felicitar al concejal de festejos por tan esplendidas luces que harán las delicias de niños, jóvenes y transeúntes que deambulen por la calle de la Feria y aledaños.
Más que nos pese algunos, los dineros destinados a tan fantásticas bombillitas leds de bajo consumo, sus luces, dan alegría vida y esperanza como si de estrellas rutilantes se tratase. Las luces son siempre vivificantes y ello, aun a pesar de no amortizar un euro del préstamo a proveedores que volvemos a pelotear íntegro para el mandato municipal venidero.
¡Qué más da ante este auténtico espectáculo de luz! Las luces son tan esperanzadoras, tan revitalizantes que al igual que en las granjas apícolas se les ponen a las gallinas ponedoras para que depositen sus huevos, aquí las colocamos ante los incautos votantes para que depongan el sobre con su voto en la próxima primavera.
Ellas, las gallinas, encerradas en sus opúsculos recintos enjaulados terminan creyendo que viven en los largos y calurosos días de la primavera verano y, engañando a su organismo, seguirán el alto ritmo de la puesta. Ellos, los votantes, creerán en las cosas bien hechas y dejándose llevar por el brillo de las esperanzadoras luces, terminan olvidando los cinco millones de euros de deuda que se acaban de pelotear hacia delantearrojando confiados sus votos en las urnas municipales de esta primavera.
Sin duda, la luminosa Janucá jumillana está ya en marcha, los incautos votantes se han dejado deslumbrar. ¿Quién sabe del benéfico influjo que las luces dejarán en las urnas primaverales?
a falta de luces interiores (en parte superior del andamio humano), buenas son luces artificiales.
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