El jueves pasado estaba muy animada la calle de la feria delante de la fachada modernista de “Dª Pepita”, eran numerosos los transeúntes que brazo en alto dirigían sus móviles a uno de los pisos altos del edificio del Popular. Tantos eran que, en torno a ellos, se congregaban cuantos transeúntes discurríamos por el lugar, de ahí que no pude evitar el parame a licinciar de qué se trataba.
Sobre la barandilla de una de las terrazas posaba un ave con la cabeza caída y alatriste, se trataba de un buitre leonado tal y como los que había fotografiado unos días antes en el parque extremeño de Monfragüe y de los que les hable en el artículo “Los Buitres”. Por los comentarios de los allí congregados, pude enterrarme de que el animalico llevaba varios días rondando por la ciudad y había sido avistado en distintos puntos de ella.
Alguien me comentó dónde me había dejado las cámaras que, lamentablemente, estaban en casa, pues efectivamente era un acontecimiento inusual para dejarlo inmortalizado. Sentí tentación de bajar raudo a por ellas; sin embargo, pronto desistí de la idea. No merecía la pena fotografiar aquella alma en pena, desnutrida o enferma, cuando apenas hacía una semana, pude contemplar cientos de sus congéneres sobrevolando majestuosos las estepas extremeñas. No, no me parecía digno sacar unas tomas del paupérrimo estado del leonado en aquella situación, por lo que proseguí con las gestiones que me ocupaban esa mañana.
« por fin los buitres, exhaustos y derrotados comienzan a batirse en retirada ante una sociedad vigorosa que no les deja carroñear en la debilidad ajena»
Aun así no pude evitar en pensar que hacía aquí, en Jumilla, esta ave en pena. Aunque pensé en mi reciente recuerdo de sus parientes en Monfragüe, no llegué a explicarlo con el fino humor e ironía de Daily Fangoste quien interpretaba la visita de la rapaz en Jumilla del siguiente modo: “Yo creo que como Plácido Guardiola Jiménez escribió sobre ellos, éste viene a pedirle un autógrafo”.Pensé que seria un augurio, pero solo se me ocurrían dos sentidos para el mismo: el primero, bueno y positivo, sería el de que por fin los buitres, exhaustos y derrotados comienzan a batirse en retirada ante una sociedad vigorosa que no les deja carroñear en la debilidad ajena. El segundo significado del augurio es, por el contrario del primero, nefasto y doloroso, pues aun cuando toda la península ibérica es territorio y hábitat de esta especie de aves, aquí en Jumilla llevamos tiempo sin verlos con frecuencia; no sería un signo indicativo de que los buitres vuelven a instalarse entre nosotros.
Es evidente que, en ambas metáforas de mis augurios me refiero a la otra clase de buitres, y de que deseo de todo corazón que el verdadero augurio sea el primero; pero ante tanta desolación y flaqueza de la sociedad local, tampoco sería de extrañar el segundo.
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