«Empeñamos en mirar atrás»
Aunque ambas imágenes son similares las separa casí un siglo de historia |
Ayer, mientras los las grandes cadenas de televisión nacional retrasmitían programas especiales sobre la decisión del rey, en muchos casos con biografías y documentales de su persona o del heredero, en otros con entrevistas y declaraciones de personajes políticos; mientras esto sucedía, miles de ciudadanos acudían a las plazas de las grandes ciudades españolas respondiendo a una convocatoria realizada por las redes sociales. De esto último apenas se hacían eco las televisiones.
No se si era el momento de abdicar, tampoco si la figura de un heredero (por bien preparado que este, para mi que lo está), en una monarquía representativa donde se reina pero no gobierna, podrá hacer frente a los retos de una sociedad en profunda crisis. Por lo mismo tampoco creo que el dilema sea discutir ahora si nos damos un sistema monárquico o republicano, no creo que en eso ande la solución de nuestros problemas.
En definitiva, no me gusta que las cadenas de televisión dieran tanta vaselina en un intento desesperado de engrasar un sistema que hace aguas por todas partes. Hasta creo que el debate de si era o no el momento es absurdo, le correspondía a Juan Carlos tomarlo y lo ha hecho cuando ha creído oportuno y le ha dado la real gana. Es posible como algunos dicen que forzado por los resultados electorales del domingo 25-M donde la oligarquía que se ha repartido el poder en estos años ve peligrar su dominio del espacio electoral. de ahí que me parece de vergüenza que en más de tres décadas unos y otros, no hayan abordado una Ley Orgánica de sucesión y ahora la pacten deprisa y corriendo en tres días.
Siento decirlo, pero en esto no puedo sino coincidir con las declaraciones hoy del líder de Podemos Pablo Iglesias, cuando afirma en el El Mundo. en una democracia los ciudadanos tienen derecho a decidir los asuntos que a todos les afectan.
Estamos no ya en tiempos de crisis como dice Iglesias, sino de profundos cambios. Hemos perdido demasiado tiempo en nuestra auto-complacencia, en nuestra modélica transición. Lo hemos hecho además, sin afrontar y profundizar en la Constitución, desarrollando muchas leyes orgánicas que debían haber atajado nuestros problemas, corrigiendo los errores de nuestra Carta Magna.
El propio Monarca ha retrasado su decisión demasiado tiempo, pues hace algo más de un año, cuando pedía perdón, decía que estaba en forma para afrontar su tarea y no era momento de abdicación. De repente, ahora, cuando muchos ciudadanos desesperados por la crudeza de la crisis, la corrupción, el descrédito de las instituciones y de su clase política reclaman un auténtico cambio en el sistema, viene el rey a destapar la caja de Pandora y, con su decisión, desata la tormenta y los truenos.
No está en las manos del heredero mejor preparado de nuestra historia, el solucionar las cosas; sino en la de gobiernos y políticos más honrados y audaces. Por lo mismo tampoco una República por si misma creo que de mejor respuesta a estos retos que una Monarquía.
Lo triste, lo verdaderamente triste es nosotros, los ciudadanos, que nos aferremos a las formas y no al fondo de las cosas. Tan triste como el que los políticos ahora in extremis nos vendan la solución y el cambio en la figura del nuevo monarca. Todos, en definitiva, olvidamos nuestra historia que puede hablarnos mucho de las dos últimas abdicaciones reales, también de nuestras dos Repúblicas.
Estoy convencido que tenemos que cambiar, buscar soluciones a nuestros problemas; pero éstas no las podemos encontrar en recetas del siglo XIX sino en nuevas respuestas a los retos del siglo XXI
Sosiégate, Plácido. Cierto que los ciudadanos tienen derecho a decidir los asuntos que a todos les afectan, pero no en cualquier momento y siempre cumpliendo la Ley.
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