Cristo de la Columna el pasado domingo durante su bajada |
El pasado año, me referí en el artículo «El Séptimo también trabajó» a la poca tregua al descanso que nos da nuestra Semana Santa en este periodo vacacional ya que de unos años a esta parte ésta se ha alargado y cuajado de actos, en donde antes teníamos huecos sin actos para reponernos del ajetreo que suponen los desfiles, traslados, actos y paseos y cervezas que suponen estos dias en Jumilla.
En la actualidad ni las socorridas empanadas ni el tentempié de las habas y bacalao que liberan de la esclavitud de la mesa y la preceptiva hora de comer o cenar, alivian el estrés que supone ir de aquí para allá sin recogerse en casa ni un momento, salvo para dormir menos horas de lo habitual.
Antiguamente tras el introito pausado de las palmas y la burrica uno se iba a Santana o San Agustín a esperar al Cristo y hasta el miércoles en la tarde con el acto Sacro del Prendimiento, y a la noche la procesión del Prendido la Semana Santa no se iniciaba propiamente. Por tanto, el Lunes de Pasión venía a ser en mi juventud un lunes normal, y el siguiente Martes Santo, entrábamos en vísperas. Con los años esto ha ido cambiando:
Ya en 1971, los penitentes que salían en la llamada procesión del «Silencio» en la madrugada del Viernes Santo, pasaron a ocupar la actual procesión penitencial del Cristo de la Vida en la noche del Martes Santo, Aun así seguíamos teniendo el lunes y casi todo el martes libre de actos para concentrar todos los actos del Miércoles al Viernes en la noche, nos dábamos el respiro de un Sábado de Gloria en blanco cerrando de forma apoteósica el domingo con el encuentro, la procesión del Resucitado y la caramelada. Tenían nuestras fiestas tres días intensos de no parar con un pórtico y final en Domingo de Ramos y Resurrección.
En 1994 siendo Presidente Joaquín Valero, se añadió el Vía Crucis el Viernes de Dolores que venía a ser un aperitivo preparatorio para las fiestas en día tan señalado. Pocos años más tarde, en 2004 la cofradía del Santísimo Cristo de la Caída instauró el traslado del Cristo de la Reja desde el convento de Santa Ana del Monte a Jumilla en lo que ha venido en constituirse como la procesión de las antorchas ocupando así el lunes Santo, cuya agenda completa el traslado con los niños de nuestro Cristo Amarrado desde la Iglesia de Santiago a su sede. Por si quedaba algo de hueco, La Asociación de Tambores Cristo de la Sangre, también el lunes por la tarde, organiza desde 2008 la tamborada infantil solidaria.
La incorporación de los tambores a nuestra Semana Santa en 2005, supuso la ocupación definitiva del Sábado de Gloria con la rompida en la Plaza de Arriba, el desfile y la posterior tamborada en la plaza del mercado. Un año después con la tamborada de la Burrica llenaban el hueco del Sábado de Pasión. Hueco, que ya no era tal porque la Hermandad de San Juan, la del Prendido habían comenzado a desarrollar, ese mismo año en la tarde de ese sábado el traslado y encuentro de sus imágenes.
A todo esto, desde 2009 en la tarde del Sábado de Gloria, tenemos la procesión de la «Redención» a la que pronto se unió el Santo Sepulcro de Santa Ana y este mismo año la Virgen de Santa María de las Penas. Concluyendo, que iniciamos la Semana Santa el Jueves de la semana anterior o Viernes de Dolores ya en la mañana con las procesiones y tamboradas infantiles de los colegios y, sin descanso y de tirón terminamos el Domingo de Resurrección a las tres de la tarde.
¡Vamos! que está todo esto muy bien, pero no hay cuerpo que lo aguante, por mucho que a uno le guste la Semana Santa
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