«Con los nervios a flor de piel»
Llevamos varios años en los que sociólogos, observadores, economistas y políticos de todo el mundo se preguntan cómo es posible que España no estalle. En Abril del pasado año el diario francés Le Monde, se preguntaba abiertamente ¿cómo es posible que España no se derrumbe con el actual nivel de paro? El diario explicaba que si no lo hace es por el enorme porcentaje de economía sumergida que tenemos.
Por su parte, Eduardo Moyano, director del Instituto de Estudios Sociales Avanzados del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), explica que si en España no se ha dado una revuelta social es debido, entre otros factores, al papel de la familia en nuestra cultura que actúa como colchón de seguridad ante la adversidad de sus miembros y a que la infracción no es muy elevada.
Para otros autores como Ivan Briscoe, investigador de conflictos del Instituto Clingendael de La Haya, las revueltas no han cuajado porque el movimiento del 15M no tenía una estructura y objetivos claros y las esperanzas que abrieron las elecciones con la mayoría del PP lo terminaron diluyendo a la vez que se endurecieron las medidas policiales. Para él además los indignados no querían cambiar realmente el sistema, se trataba de indignación por mantener los derechos adquiridos en los últimos treinta años.
Otros movimientos más recientes como el de «Stop Desahucios » carecen de un carácter realmente revolucionario y se trata según Briscoe de un movimiento de carácter conservador, su objetivo dice es la protección de la propiedad privada de la vivienda en momentos difíciles de sostener. El Financial Times también publicaba un artículo en Diciembre en donde se señalaba a España como uno de los países con más riesgo de estallido social en la actualidad.
En este sentido se ha manifestado también el diputado en el Congreso por IU, Gaspar LLamazares, quien ha indicado al gobierno que los recientes sucesos en Melilla y Burgos demuestran que «España está al borde del estallido social».
Sea como fuere, las tres noches consecutivas de algaradas y disturbios en Burgos por la protesta ante la construcción de un bulevar peatonal, deberían hacer pensar a los responsables políticos de todo el país. Los sucesos y el desorden público provocados con destrozos del mobiliario urbano no pueden explicarse en términos de «algaradas efectuadas por jóvenes anti-sistema venidos de fuera», máxime cuando 38 de los cuarenta detenidos por la policía son burgaleses, la mayoría además pertenecen al barrio afectado por el proyecto.
Tampoco me parece que la actitud de los gobernantes ante la propuesta pueda ser la del alcalde del consistorio de Burgos, quien afirma que iba en su programa y que este fue mayoritariamente refrendado en las urnas. La actitud del Alcalde burgalés es similar a la de muchos de nuestros políticos, empezando por la de nuestro Alcalde Enrique Jiménez, quienes piensan que una mayoría en las urnas legitima cualquier decisión que puedan tomar en cuatro años de mandato.
Las urnas podrán legitimar el poder que se ostenta, eso nadie lo niega, pero en democracia, las decisiones deben ser consensuadas, dialogadas, contrastadas con quienes discrepan y están en la oposición. Gobernar en democracia, exige hacer pedagogía de todas las decisiones, explicarlas convencer al ciudadano. Máxime en un momento en el que la crisis azota fuertemente a las economías familiares, en el que los escándalos y la corrupción junto a los recortes que sufren la mayoría de los ciudadanos ponen las sensibilidades a flor de piel. Por ello, ahora, hay que meditar más las decisiones que se toman, explicar y convencer de la necesidad de ellas al ciudadano, pues lo contrario, ya estamos viendo los efectos que tiene.
Ignoro en estos momentos la solución final que nuestro gobierno municipal adoptará sobre el tema de las basuras, y si las protestas vecinales además de ser valoradas como algaradas orquestadas en la calle sirvieron para tomar nota del estado de la cuestión a nuestro alcalde. Alcalde que, hasta la fecha, no hace gala del espíritu de transparencia y diálogo que prometió siendo candidato a la alcaldía. Baste el ejemplo que dio en el último programa de La Rendrija al que acudió, cuando se le intentó cuestionar o discrepar de alguna de sus decisiones (privatizaciones de basuras, gradas en el polideportivo), nos contestó como su compañero de filas en Burgos ha contestado hoy a la prensa, es decir, que ganó unas elecciones y que está legitimado a tomarlas.
En Burgos la gente está protestando contra el caciquismo del constructor que "convence" al Ayuntamiento para hacer una obra inútil cuya construcción se le adjudica. Un clásico.
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