«Confieso que lo he vivido»
Nunca he creído en aquello de: «La historia la escriben los vencedores», más bien me he inclinado a pensar que, en realidad, la historia es de los sobrevivientes. Eso, al margen de que a estas alturas de la vida, también tengo claro que aprender de la historia lejos de evitar, cometer los viejos errores, conduce más bien a caer de nuevo en ellos.
Hechas estas observaciones al lector, quiero contar una historia reciente de la que fui participe y que todavía hoy, pasados más de un cuarto de siglo, me siento especialmente satisfecho. Es la historia del largo camino que por entonces emprendieron nuestros vinos y que hoy comienza a recoger sus primeros frutos en el éxito de muchas de nuestras bodegas, un largo trayecto no exento de victimas, pero del que cabe sentirse orgulloso, a pesar del largo trecho que todavía nos queda por recorrer.
Pocos recordarán un artículo en el diario regional La Verdad a mediados de los 80 que hablando de unos «locos de la vendimia temprana», aunque desde entonces nuestra vendimia se ha venido adelantado sobre unas dos semanas de lo que era entes su inicio tradicional. Seguramente también habrán olvidado a otros franceses que con bodegas en Burdeos y Argelia se establecieron por aquellos días en nuestro término, plantando viñedos y levantando una bodega de nueva planta; me refiero a «Altos del Pío».
Aquella aventura, la de los locos de la vendimia temprana, no le debió parecer tan descabellada a Carlos delgado (critico de vinos en la revista dominical de El País) cuando comenzaba su columna sobre nuestro rosado Novel del 86: “He aquí una experiencia digna de elogio por su audacia y resultados…”. Tampoco les debió parecer disparatada a Vinos Selección cuando optaron en el mes de Octubre de 1987 por dedicar, por primera vez en la historia de esta empresa, su selección del mes a otro de nuestros caldos “Umbría 1986” incluyendo en su revista Sobremesa un amplio reportaje sobre la bodega y el vino seleccionado.
El propio Peñin, vino a decir poco después que «…algo estaba pasando en Jumilla» refiriéndose al empeño de Bodegas Umbría y Altos del Pío. ¡Claro que pasaba algo! Pasaba, que después de muchos años en los que nos habíamos en los laureles fáciles de la venta a granel, con vinos bien demandados para el coupage de embotelladores del Norte (tradicionales clientes de nuestra zona), algunos intentaban poner en valor las características de nuestros caldos por si mismos.
Verdad es que no se cumplió lo que por entonces decía nuestro Ministro de economía Sr. Solchaga, quien solía proclamar que España era el país donde uno podía hacerse rico en menos tiempo. Tampoco se cumplieron nuestras previsiones sobre que, con nuestra recién estrenada entrada en la UE, el interés bancario por los préstamos se pusiera a los niveles bajos que gozaba Europa (entonces al 6%),. Aquí te lo daban al 18% y con demora se te subía al 22%. ¡Como para hacerse rico que decía Solchaga!. La asfixia financiera terminó ahogando nuestra aventura. El aburrimiento por las mil trabas y cortapisas que tiene nuestra Administración hizo tirar la toalla a los franceses de “Altos del Pío” (así me lo confesaba uno de los socios el día en que se despidieron de nosotros antes de su marcha). Sea como fuere, en ambos casos no vimos culminar aquellos proyectos, será años después ya en las postrimerías del siglo XXI, cuando Jumilla comience a consolidar su nombre entre los vinos embotellados.
No lo cuento ahora con pena, sino con una profunda satisfacción, la de sentir que aquel empeño, aunque fuera en vano en el plano personal, se nos revela ahora rico y prometedor para nuestros caldos. La vorágine histórica pasó sobre muchos de nosotros barriéndonos del mapa; pero aun podemos decir que lo vivimos. Todavía nuestro vista, olfato y paladar vuelven a sentir las sensaciones que Carlos Delgado describía en su artículo sobre el rosado Novel-86:
«Cereza intenso que brilla con viveza en la copa; una fragancia sorprendente, fresca y afrutada; un sabor incisivo con notas agridulces….»
En nuestro haber queda lo mucho aprendido, el amor apasionado por nuestros caldos y ante todo y sobre todo los grandes amigos con quienes lo compartimos.
Enhorabuena, Plácido, abrísteis camino. Y gracias por recordárnoslo, tan tardos en honrar y tan prestos en disfamar como somos, según escribió Mateo Alemán. De nuestras administraciones públicas mejor no hablar, enemigas tradicionales de cualquier iniciativa empresarial.
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