«La ilógica de la Justicia»
Nunca he creído demasiado en la Justicia, al menos en la de los hombres, por lo que como a muchos os ocurrirá centraba mis esperanzas en la Justicia Divina,. De esta última, no sabremos nunca a ciencia cierta si se trata de una realidad o del anhelo humano que late en el fondo de nuestros corazones.
Uno no cree a estas alturas en la Justicia humana, como os decía; pero espera al menos que se conduzca con una cierta racionalidad, con un poco de rectitud, que de consuelo a las víctimas y condene a los culpables, aun sabiendo de antemano que cometerá fallos y nunca será ni ciega ni imparcial.
Pero pese a todo pronóstico nuestra Justicia está dando muestras de tales dislates que, a pesar de nuestra falta de confianza en ella, jamás hubiéramos imaginado. Se están produciendo sentencias y decisiones que, al margen de que nos guste o disguste su contenido rompen toda lógica en sus procesos y formas. Eso, ya digo, con absoluta independencia de sus veredictos.
No se puede entender que para dictar sentencia se necesiten once años, los mismos que ha necesitado la Audiencia Provincial de la Coruña en el caso del «Prestige», al mismo tiempo que, la Audiencia nacional no ha necesitado cuarenta y ocho horas para diligenciar la puesta en libertad de la etarra Inés del Río . La misma audiencia que, en quince días, ha podido analizar más de un caso por día incluidos los festivos haciendo lo mismo con otros muchos etarras. No llega a un mes y ha sido tan diligente que, por resolver y dilucidar la aplicación de la ley, nos ha puesto en la calle al «violador del portal» (153 violaciones entre 90/93) sobre el que pesaba una condena de 1.721 años de prisión por 74 violaciones, seis agresiones sexuales y diez delitos de robo. Tal ha sido su celo y rapidez que también anda en la calle el asesino y violador conocido como «Violador del ascensor» que mató a Marta Obregón y Leticia Lebrato, sobre el que pesaban 273 años de condena. Con idéntica prontitud está actuando en otros casos de asesinos fragantes, confesos y peligrosos.
Vamos, que no entiendo tanta lentitud en unos casos y tal celeridad en otros, que alguien me explique quien acelera o quien hecha el freno en los procedimientos para que la misma máquina se comporte de forma tan desigual.
Tampoco entiendo como la fiscalía desestima que la Infanta D. Cristina sea imputada en el caso abierto contra su marido Urdangarin, porque no ve indicios de delito alguno. Cuando está acreditado que la infanta además de ser miembro del Consejo de Aizoom gastaba con su visa oro el dinero que en ella entraba ilícitamente del Instituto Nóos. Pero no, la fiscalía sigue sin ver indicios.
Todo ello ocurre la misma semana en donde la fiscalía pide siete años y medio de cárcel para la concertista de piano Laia Martín, que en su celo profesional, había roto la estabilidad psíquica de una vecina como demuestran los excesivos decibelios de cuatro mediciones.
Sinceramente no entiendo, no puedo entender la lógica de esta Justicia. Que alguien me la explique...
Creo que hablas de la justicia del ojo por ojo, diente por diente. Y que tu consuelo para las víctimas se basa en la venganza, el odio y el desquite.
ResponderEliminarLas cárceles no son para castigar, o no solo para eso, son para reinsertar las personas en la sociedad. Otra cosa es que eso se haga mal, claro.
Muchas leyes están mal hechas, porque las hacen los mismos políticos que mira en qué situación nos han dejado. También hay leyes absurdas, por culpa de lobbies y grupos de presión. Y no digamos amiguismo y unte por doquier. Yo no digo que esto no esté mal montado, sino que no somos quien para juzgar ciertas cosas.
Tú enciendes la tele y te sacan una persona que no has visto en tu vida y te dicen "este tío violó/mató a tantas personas, y va a salir de la cárcel antes de su condena", condena por cierto absurda porque ya me dirás quién vive más de 1000 años. Ves eso en la tele, y te hierve la sangre. Claro. Porque no ves los 20 años que ha pasado esa persona metida entre rejas. No, lo siento, pero no cometió esas atrocidades ayer, no es como si quedara impune. ¿Que 20 años no son suficientes? Bueno, podríamos discutir hasta la saciedad cuánto tiempo es necesario, y nunca llegaríamos a estar de acuerdo. Pero sea el tiempo que sea (20 años, 30 años, 40 años), esa persona tiene derecho a una segunda oportunidad, tiempo a estado pagando su error.
Porque hablas de consuelo para las familias de las víctimas, ¿y qué pasa con las familias de los agresores, no merecen ellas consuelo también?
En fin, que no, que esto no está bien montado, pero las razones que tú como otros dan (que son más bien quejas que razones) no son válidas para justificarlo.
¡Hombre! Si defendiera como tu crees una justicia «Represiva» en vez de «Restitutiva» pediría que los fusilasen ¿No crees?. En ningún momento de mi artículo se pide la pena de muerte, sólo se evidencia que ni siquiera se cumplen las penas que se imponen.
EliminarNadie ha hablado de pena de muerte. Si para ti represiva es irse al extremo del fusilamiento... hay otras formas de represión no tan extremas. Cadena perpetua sin ir más lejos. O unos latigazos.
Eliminar¿Cumplir las penas que se imponen? Por lo general sí, de acuerdo, pero en estos casos con penas de cientos y hasta miles de años, ¿no te parece represivo obligar su absurdo cumplimiento? (absurdo por lo de 1000 años).
Los pleitos tardan, en efecto, años en resolverse y se resuelven con precipitación. De todas las llagas del Estado, la Justicia es, desde luego, la más dolorosa; aunque quizás esto no sea percibido así, directamente, por la gran masa de ciudadanos.
ResponderEliminarSi el pintor de la Administración es Kafka, el de los tribunales es Dante: confusión, revuelo, desorden, ruido, en contraste con la aparatosa pseudodignidad de jueces y abogados.
("La organización del desgobierno", por Alejandro Nieto)