El gen egoísta 16 oct 2012 19:31 Placido Guardiola

«Donde no hay harina todo es mohína»

Hace unos días, publicaba el diario alemán Spiegles un artículo bajo el título «La hora de los egoístas», donde daba cuenta de la eclosión separatista que invade Europa. No sólo es en España donde estos movimientos separatistas de regiones tradicionalmente más desarrolladas, caso de Cataluña, piden separarse de otras más atrasadas a las que contemplan con recelo, viendo en su ruptura la tabla de salvación a sus estrecheces económicas.
Lo hacen los países del Norte de Europa frente a los del Sur. En Italia la zona Sur del Tirol (que tiene apenas un 4% de paro y una sanidad pública envidiable), quiere romper con Lacio y Sicilia a las que ven como causa de sus males por la mala administración y las mafias. En Gran Bretaña hay un referéndum previsto para la separación de Escocia y, en Bélgica, los separatistas flamencos aspiran también a la independencia.
Vino entonces a mi mente el recuerdo el libro de Richard Dawkins «El gen egoísta: las bases biológicas de nuestra conducta», en el que el autor plantea que nosotros, como todos los seres vivos, tenemos una programación genética para actuar de forma egoísta, asegurando nuestra supervivencia,  prevalecer frente a los demás. Para Dawkins, ésta programación es la base de la evolución y el desarrollo de toda especie, mediante la cual adoptamos las respuestas más adecuadas en cada entorno.
Supongo que en épocas de bonanza, con el estomago lleno y saciado, nuestro gen egoísta reposa tranquilo en el diván de nuestro ADN porque ve segura la supervivencia, despertando en momentos como estos en los que piensa aquello de «Sálvese quien pueda» o como decíamos de niños «Maricón el último».
En definitiva aunque un 70% de catalanes se siente o español o tan español como Catalán, los más furibundos separatistas (un 30%), han aprovechado la crisis para despertar al dichoso «gen egoísta».