«No tenemos remedio»
Ahora, cuando los cambios sociales que ha producido el impacto de esta revolución tecnológica, desdibujan el papel de los Estados evidenciando la necesidad de organizar la vida social de forma distinta al viejo concepto de nación. Cuando todos los días vemos las consecuencias que esa pérdida de capacidad que sufren los Estados y sufrimos inevitablemente los ciudadanos. Cuando se hacen más necesarios que nunca organismos internacionales que pongan orden en el sistema financiero, en el comercio, finanzas y todos los ámbitos de la vida humana a nivel global…
Ahora, repito, los irredentos ciudadanos de la aldea Catalana, piden la independencia ante las hordas españolistas que los invaden, como si se tratase de Asterix y Obelix ante las legiones romanas.
Al otro lado de la balizada de su aldea José Bono, un viejo centurión populista de las legiones, afirmaba en una entrevista a ABC: «Prefiero morir a ver a España rota». Hacia algún tiempo que el centurión Bono no conseguía un primer titular en los periódicos y él, maestro en el populismo, sabe como tocar la fibra sensible del pueblo, como jefe de tropa es consciente que necesita alimentar la simpatía del populacho. Al igual que Artur Mas, en la aldea catalana, alimenta y nutre los sentimientos separatistas. Pues nos guste o no, sentimientos e identidades por muy etéreos que sean son capaces de movilizar a las almas desesperadas. Yo mismo, sin ir mas lejos, me siento no ya español, murciano o jumillano; sino de la Hoya del Carche. Uds. siéntanse de donde les venga en gana, pues somos libres, faltaría más... ¡Será por sentimientos!
Así son las cosas, aun cuando me duelan, en este punto crítico donde deberíamos estar pensando no ya en una España Unida (que también), sino en una Unión Europea de verdad, en tribunales internacionales y organismos supranacionales que pusieran fin a los barcos de conveniencia, a los paraísos fiscales, a la deslocalización productiva que abarata sus costes por la explotación de salarios, de recursos o se evade de normativas medioambientales, etc. etc.
Pues resulta que no, miren ustedes por donde, aquí estamos con lo de la aldea catalana mirándonos no ya el ombligo, sino el mismísimo ojo del culo. Lo de los irreductibles aldeanos no tiene nombre desde luego, pues ni ellos saben lo que quieren (o lo saben en demasía), pues quieren independencia dentro de una dependencia libre y asociada donde el F. C. Barcelona pueda seguir jugando el circo de la liga de fútbol con el Real Madrid, equipo del país opresor.
¡Claro! Convendrán conmigo que ver un derbi F. C.Barcelona-Real Mollerusa, como que no tendrá ni pizca de gracia y mucho menos llenará la taquilla del estadio y no serán muchos los ingresos de retransmisión televisiva.
¡Ay Dios mío cómo está el patio! En días como estos se me quitan las ganas de escribir mientras una idea invade mi pensamiento: «No tenemos remedio».
Pues ya se puede ir preparando Bono a bien morir, porque el PPSOE no puede anular ahora el devastador efecto de las icastolas catalanas, donde se ha educado en el nacionalismo a todos los menores de cuarenta años de edad. Y aunque pudiera, tampoco querría alterar el status de que los nacionalistas sigan mandando en su territorio comanche y el PPSOE en el resto de España.
ResponderEliminarDiste en el clavo. Ahí reside el problema de los sentimientos nacionalistas, en treinta años de educación, enseñanza e historiografía separatistas, cuyos efectos, se manifiestan ahora con toda su crudeza.
EliminarUn bel morir tutta la vita honora, dijo Petrarca y cita hoy Santiago González.
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