«El color con el que se mira»
La distancia cambia la perspectiva y dimisión con las que vemos las cosas, será porque como dice el refrán: con la cercanía, los árboles no nos dejan ver el bosque; en el fondo, la vida y todo cuanto vemos depende del cristal con el que se mira. Es por ello que desde aquí, tierra de olvido abandonada de la mano de Dios, la actualidad con todos sus problemas, me parece que trascurra a diferente ritmo.
A las dehesas de Siberia todo parece llegar más lento y tarde que a cualquier otra parte, lo hicieron las carreteras decentes, pues hasta la nacional que atravesaba este territorio uniendo Albacete con Badajoz, distaba mucho de cumplir el canon que se supone a este tipo de vías. Ni tan siquiera las redes y la globalización Internet parecen cambiar el curso de las cosas, si exceptuamos a los adolescentes que caminan móvil en mano dándole a la tecla por las calles y plazas de sus pueblos. Los adultos, en su inmensa mayoría, andan enzarzados en otras preocupaciones, por lo general la caza, el ganado o las colmenas y piensan que eso de la Internet, es cosa de los chicos.
Me pregunto si Internet que, no precisa de buenas carreteras para penetrar en un territorio, dejará una vez más estos paisajes olvidados del proceso o, por el contrario, arrasara con su ola de desarrollo y cambio borrando de su piel los viejos vestigios de la filosofía de vida que siempre tuvieron éstas gentes. Presiento que sí, pues son los adolescentes (el mañana y futuro), quienes ya se han subido a su ola, nada será igual de aquí a veinte años.
Personalmente he contemplado como los nietos y biznietos venidos en vacaciones desde Madrid y Barcelona donde emigraron sus antepasados, traían las formas y costumbres de las grandes ciudades para asombro atónito de aquellos parientes que nunca abandonaron el terruño que les vio nacer. Aún así, el impacto de la modernidad que estos traían sólo cambió las formas externas, la Siberia continuó su secular ciclo de siempre ¿Ahora será igual?
Si alguien supiera cómo desarrollar las muchas potencialidades de este lugar sin que ello arrasase su peculiar manera de ver la vida, sería la solución. La cuestión es si el color con el que ellos aprendieron a ver el curso de las cosas, es compatible con el voraz cambio que llega.
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La distancia cambia la perspectiva y dimisión con las que vemos las cosas, será porque como dice el refrán: con la cercanía, los árboles no nos dejan ver el bosque; en el fondo, la vida y todo cuanto vemos depende del cristal con el que se mira. Es por ello que desde aquí, tierra de olvido abandonada de la mano de Dios, la actualidad con todos sus problemas, me parece que trascurra a diferente ritmo.
A las dehesas de Siberia todo parece llegar más lento y tarde que a cualquier otra parte, lo hicieron las carreteras decentes, pues hasta la nacional que atravesaba este territorio uniendo Albacete con Badajoz, distaba mucho de cumplir el canon que se supone a este tipo de vías. Ni tan siquiera las redes y la globalización Internet parecen cambiar el curso de las cosas, si exceptuamos a los adolescentes que caminan móvil en mano dándole a la tecla por las calles y plazas de sus pueblos. Los adultos, en su inmensa mayoría, andan enzarzados en otras preocupaciones, por lo general la caza, el ganado o las colmenas y piensan que eso de la Internet, es cosa de los chicos.
Me pregunto si Internet que, no precisa de buenas carreteras para penetrar en un territorio, dejará una vez más estos paisajes olvidados del proceso o, por el contrario, arrasara con su ola de desarrollo y cambio borrando de su piel los viejos vestigios de la filosofía de vida que siempre tuvieron éstas gentes. Presiento que sí, pues son los adolescentes (el mañana y futuro), quienes ya se han subido a su ola, nada será igual de aquí a veinte años.
Personalmente he contemplado como los nietos y biznietos venidos en vacaciones desde Madrid y Barcelona donde emigraron sus antepasados, traían las formas y costumbres de las grandes ciudades para asombro atónito de aquellos parientes que nunca abandonaron el terruño que les vio nacer. Aún así, el impacto de la modernidad que estos traían sólo cambió las formas externas, la Siberia continuó su secular ciclo de siempre ¿Ahora será igual?
Si alguien supiera cómo desarrollar las muchas potencialidades de este lugar sin que ello arrasase su peculiar manera de ver la vida, sería la solución. La cuestión es si el color con el que ellos aprendieron a ver el curso de las cosas, es compatible con el voraz cambio que llega.