«Juventud e individualismo»
No ser una carga para mis hijos se ha convertido en uno de los tópicos más aceptados sin que apenas al pronunciarlo seamos capaces de desentrañar cuanto significa la frase. De entrada nadie quiere ser una carga, porque nadie quiere ser un desvalido, dependiente, inútil o enfermo imposibilitado. Hasta ahí nada que objetar y de hay quizá la plena aceptación del tópico.
Sin embargo no fue antes así, los hijos siempre fueron una carga para los padres (lo siguen siendo, aunque sólo sea en facturas a pagar), que debían proporcionarles lo necesario hasta que se valiesen por si mismos o su emancipación. A cambio, más tarde los hijos tenían el deber de cuidar de los padres cuando estos fueran ancianos. En definitiva vivir en sociedad significa cuidar y velar los círculos de dependencia, el «Hoy por mi, mañana por ti». No existe vínculo social sin ayuda y solidaridad mutua ¿A cuento de qué viene ahora escandalizarse de que mañana necesitaremos de nuestros hijos?
Comienzo a preguntarme si, mi generación, es la más estúpida de todas las generaciones de la historia: nos marchamos anticipadamente de casa de nuestros padres, nuestros hijos no se marchan ni con agua hirviendo y, para colmo, no queremos que ellos se ocupen de nosotros que el día de mañana cuando no nos valgamos por nosotros mismos
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