«¿Cuánto vale el tomate?»
Quienes nos hemos criado en el campo sabemos de la importancia de recoger y aprovechar cuanto la naturaleza nos da en previsión de peores cosechas venideras. Sin embargo en esta vorágine del bienestar o la burbuja inmobiliaria que acabamos de pasar, muchos han olvidado estas costumbres de la cultura tradicional jumillana.
Durante estos días que, como habrán notado, he descuidado mis labores en este blog he estado dedicada en cualquier ratico que tenía libre a la conserva del tomate. Labor que siempre hemos hecho en casa desde que me conozco; pero que los años de bonanza que acabamos de cerrar habíamos abandonado. Pues como decía mi marido: «Mujer si cuentas tu trabajo, el agua y detergente de limpiar y el gas que gastas para cocerlo; te sale el tarro de tomate más caro que si lo compras en el Mercadona». Siendo congruente con esa forma de pensar, él hacía lo mismo y no plantaba las tomateras, pero este año me empeñé en volver a nuestras costumbres.
No se si se habrán percatado a estas alturas de mi artículo que, esa forma de obrar, nos ha llevado a donde estamos, es decir, a la crisis financiera. Yo no se mucho de economía internacional, pero deduzco que ésta comienza con la doméstica y, de esa, sí entiendo.
Es falso que sea más barato el comprado en Mercadota, pues quien así calcula no ha tenido en cuenta que seguramente ha sido cultivado en Marruecos y hasta puede que envasado (con los jornales perdidos que ello supone), que ha debido ser transportado hasta el establecimiento donde lo adquirimos (con el gasto energético que conlleva), y que ese mercado de superficie cerró un montón de tiendas de paisanos y amigos. Si valoramos la perdida de puestos de trabajo, el gasto inútil de energía ¿Cuánto nos cuesta de verdad ese tomate?
Todo ello sin contar que uno y otro tomate no son ni de lejos comparables, entre otras razones porque el mío se que es ecológico y sin aditivos, el otro, a saber… Eso, sin contar la satisfacción de hacerlo y saber lo que me como. Por ello deduzco que la primera regla para salir de esta crisis es volver a lo que aprendimos de nuestros mayores: trabajo dedicación y ahorro.
Quienes nos hemos criado en el campo sabemos de la importancia de recoger y aprovechar cuanto la naturaleza nos da en previsión de peores cosechas venideras. Sin embargo en esta vorágine del bienestar o la burbuja inmobiliaria que acabamos de pasar, muchos han olvidado estas costumbres de la cultura tradicional jumillana.
Durante estos días que, como habrán notado, he descuidado mis labores en este blog he estado dedicada en cualquier ratico que tenía libre a la conserva del tomate. Labor que siempre hemos hecho en casa desde que me conozco; pero que los años de bonanza que acabamos de cerrar habíamos abandonado. Pues como decía mi marido: «Mujer si cuentas tu trabajo, el agua y detergente de limpiar y el gas que gastas para cocerlo; te sale el tarro de tomate más caro que si lo compras en el Mercadona». Siendo congruente con esa forma de pensar, él hacía lo mismo y no plantaba las tomateras, pero este año me empeñé en volver a nuestras costumbres.
No se si se habrán percatado a estas alturas de mi artículo que, esa forma de obrar, nos ha llevado a donde estamos, es decir, a la crisis financiera. Yo no se mucho de economía internacional, pero deduzco que ésta comienza con la doméstica y, de esa, sí entiendo.
Es falso que sea más barato el comprado en Mercadota, pues quien así calcula no ha tenido en cuenta que seguramente ha sido cultivado en Marruecos y hasta puede que envasado (con los jornales perdidos que ello supone), que ha debido ser transportado hasta el establecimiento donde lo adquirimos (con el gasto energético que conlleva), y que ese mercado de superficie cerró un montón de tiendas de paisanos y amigos. Si valoramos la perdida de puestos de trabajo, el gasto inútil de energía ¿Cuánto nos cuesta de verdad ese tomate?
Todo ello sin contar que uno y otro tomate no son ni de lejos comparables, entre otras razones porque el mío se que es ecológico y sin aditivos, el otro, a saber… Eso, sin contar la satisfacción de hacerlo y saber lo que me como. Por ello deduzco que la primera regla para salir de esta crisis es volver a lo que aprendimos de nuestros mayores: trabajo dedicación y ahorro.
Muy bueno el articulo y sobretodo muy oportuno con " el tomate " que tenemos liao.Pero en lo del ahorro, perdona amigo Placido que no este totalmente de acuerdo contigo,por que tu y yo sabemos donde hay tomate de calidad y sumando sumando, mas barato.
ResponderEliminarSi tengo que decirte que la satisfacion personal no tiene precio y elaborar ese tomate,no cabe duda que produce esa gran satisfacion personal.
Gracias por el articulo y un saludo
¿JUMILLA? !! acho siiii !!