Ya tocaba, que en la Asamblea Regional de Murcia, los tres grupos políticos que constituyen la bancada parlamentaria, hayan sido capaces de llegar a un acuerdo, en beneficio del interés general, de aquellos a quienes – supuestamente – representan. Quien de los tres, se halla tenido que dejar más pelos en la gatera en aras del acuerdo, corresponde a gente más lucida de pensamiento, analizarlo. A mí, como a muchos murcianos, me cabe pensar si ha sido necesaria tanta bronca, y durante tanto tiempo, para conseguirlo. El discurso del Agua para Todos da mucho de si, y da también muchos votos a unos, y quita a otros. Es una maquina de fabricar votos, que a cada campaña electoral se saca a la calle con el único fin de llenar las urnas de papeletas, no de traer más agua a la Región. Me alegra pensar que algo – en ese sentido – está cambiando, y que el manido y victimita tema del agua, desaparecerá de las propuestas electorales futuras. El acuerdo, subscrito por todos el pasado miércoles día 17, de una Ley murciana en defensa del trasvase Tajo-Segura, deja tirada por tierra otra iniciativa, llamada Legislativa Popular; también promovida por unos murcianos, que lo fueron, de la vida pública en otros tiempos. Ardua tarea la de estos hombres y de quienes están colaborando – de manera desinteresada – con ellos, en la recogida de firmas, por todo el Levante español. Tarea que desde el principio y para siempre ha sido ninguneada y menospreciada por Ramón Luís Valcárcel, como presidente del Gobierno Regional, pero también como presidente del Partido Popular de la Región de Murcia. Nunca han creído en el proyecto y de ahí las dificultades – que en parte – está teniendo la iniciativa popular. Tampoco tiene mucho sentido, ni lo tuvo el día que así lo acordó el rodillo “pepero” el pasado 19 de Enero en la Asamblea Regional, aquella paja mental, de estimular al Gobierno Central, para que presente un proyecto de Ley en defensa del trasvase, y lo ponga por delante del Estatuto castellano-manchego. Algo inaudito, por improcedente, hasta ese momento en la historia político-parlamentaria de éste país, y que yo creo que llegó a la Moncloa como valija oficial, y salió de ella en el contenedor de material reciclable. De cualquier manera a mí –que soy un poco receloso – esto me huele a cuerno quemado, y no me creo ni arto de vino, que el PP murciano se desprenda, a si porque si, de ésta baza electoral que tantos votos les ha venido dando desde la noche de los tiempos. Ojala, y como apunté al principio, en la decisión haya primado el interés general de la Región de Murcia, y del asunto en particular, desaparezcan las siglas de los partidos políticos. Que Ramón Luís I no vuelva a sus vicios y se olvide de las tentaciones que ofrece el líquido elemento, como argumento mitinero. Si de verdad Ramón Luís Valcárcel cree en el acuerdo, debería haberse puesto al frente de los parlamentarios murcianos en el Congreso de los Diputados, y haber defendido la Ley como ponente de la misma – que solo a el le corresponde – como representante de todos los que habitamos estas sedientas tierras. Para ello debería de haberse enfrentado a su Secretaria General de PP, Mª Dolores de Cospedal; y después de una larga y extensa reunión con Mariano Rajoy, pasadas las fiestas navideñas – donde hubo toque de corneta – ha pensado que como estamos en tiempos de disfraces, se ha metido en el disfraz de abuelita, y que sean los caperucitos– portavoces parlamentarios del PP, PSOE e IU en la Asamblea Regional de Murcia – quienes suban a la tribuna a defender el texto.
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