« Horrorosa catástrofe»
El 27 de Julio salía el número 218 del semanario «El Pueblo» con la Crónica de las tormentas del día de Santiago en su portada. En el inicio de la misma, se decía:
«Día nefasto para Jumilla ha sido el de Santiago y escrito quedará en la memoria de los jumillanos con caracteres indelebles»
Poco después, escrito en una hoja se repartía la versión en verso de la tragedia que, con gracia y cierto humor, escribiría Inocencio Molina y cuya primera parte reproducimos a continuación:
El 27 de Julio salía el número 218 del semanario «El Pueblo» con la Crónica de las tormentas del día de Santiago en su portada. En el inicio de la misma, se decía:
«Día nefasto para Jumilla ha sido el de Santiago y escrito quedará en la memoria de los jumillanos con caracteres indelebles»
Poco después, escrito en una hoja se repartía la versión en verso de la tragedia que, con gracia y cierto humor, escribiría Inocencio Molina y cuya primera parte reproducimos a continuación:
I Parte
«Lo acaecido en Jumilla el 25 de Julio de 1913»
Purísima Concepción:
dadme fuerzas, madre mía,
para poder explicar
las escenas de aquel día,
Día de Santiago fue,
Patrón de cuerpo montado,
después de tanta sequía
todo lo dejó arrasado.
Entre las doce y la una
se presentó una neblina;
y todo el mundo creía
que eran truenos de calina.
Antes de treinta minutos,
fueron muchos los quebrantos,
y entre la piedra y el agua
causaron terror y espanto.
*****
Nadie ha visto en este siglo
una cosa tan atroz,
lo que no derrumbo el agua
la piedra lo machacó.
En la aldea de la Alquería
fue tan grande su poder,
que varias familias se vieron
a punto de perecer.
Varias casas derrumbó
en medio de la bravura,
y tuvieron que salir
con el agua a la cintura.
Los muebles que había dentro
salieron a las afueras
iban encima del agua
cual si fueran barquichuelas.
*****
Un católico cristiano,
pidiéndole a Dios de veras
un Santo Cristo sacó
y lo colgó de una higuera,
por ver si con la reliquia
espantaba al enemigo,
y si tenía poder
que liberara los higos.
El católico cristiano,
viéndose tan apurado
tuvo que echar a correr
y allí dejó el relicario.
El Cristo allí se quedó
sufriendo las inclemencias,
un brazo al suelo cayó
y parte de la cabeza.
Cuando se paso el chubasco
salió a recoger los restos,
como hacen con los soldados
en la guerra de Marruecos.
****
Vamos siguiendo la pista,
aunque sea por las orillas,
y veremos lo que ocurre
en la rambla de Jumilla.
Cuatro avenidas salieron
y todas a la carrera,
la Jimena, la Alquería,
Gamellón y la Pedrera.
Como el empuje era grande
era la fuerza anormal,
que al huerto de Pepe Caiz
fueron a desembocar.
Y si Dios no lo remedia
no volverá a edificar
como no traiga tierra
del campo del Capitán.
Buen rastrojo le ha quedado
para remediar sus males,
piedras para edificar
y riscos de cien quintales
****
Llegó la fuerza al Pontón
del molino de la Parra
y lo arrancó de raíz,
que tantos años contaba,
y llegó al Molinico,
como obra más interior
antes que llegara el otro
del susto se escachifló.
Llegó al de la carretera
aquel se mantuvo firme;
ya que no pudo otra cosa
le volcó los adoquines.
Como se mantuvo firme
ya no pudo hacer escollos,
y fue cuando peligró
la era de Juan el Pollo.
La yesera de Manolo
y las mulas de carruchas
y el puente con dos ojos
marchaban en carretera
a llevarle la noticia
al puente de la vía férrea.
****
Por más que se dieron prisa
y marchaban en bicicleta
cuando llegaron allí
ya estaba dando viletas.
Como estaba de una pieza
se cansó de navegar,
se sentó en San Agustín
viendo a los demás pasar.
Por encima de él cruzaban
los olivos y arbolados
y en su lengua decían;
poco servicio has prestado.
No hay quien lo mueva de allí
que tiene muchos reaños,
mejor será que le den
el empleo de ermitaño.
Al desembocar la rambla,
Por más que no hubo tormenta
vino a pagar la patente
la viña de Angel Atienza.
Y no es porque yo lo vi,
según me contó mi abuelo,
ya no cojera más uvas
si no planta otro majuelo.
Cansado de mil fatigas,
dejo la pluma y descanso;
en otra segunda parte
continuaré mi relato.
Cuando leí por primera vez estos versos pensé que el autor se tomó alguna licencia y exageró algo los términos; sin embargo, a mediados de los ochenta con motivo de la preparación del libro Jumilla Ayer, descubrí con asombro que efectivamente el puente de la vía férrea «El puente de hierro» había bajado más abajo de San Agustín. Como prueba gráfica del suceso abajo dejamos la imagen.
FOTO: Autor desconocido ARCHIVO: Familia J. Vicente Toda
Hola, la segunda parte de esta poesía¿ la tienes?
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