«Los hitos y semillas del cambio»
Seguramente los artífices de la transición y, los llamados padres constitucionales, tuvieron el acierto y prudencia de articular un sistema político que nos ha dado uno de los periodos más largos de tranquilidad y prosperidad en España.Seguramente fruto de su prudencia, moderación, cesión y mesura surgió nuestro sistema preñado de incertidumbres y medios propósitos que dejaba más puestas abiertas que cerradas a un futuro desarrollo o concreción. Tener un marco constitucional abierto hasta podía ser bueno para adaptarlo a las necesidades de una sociedad en profundo cambio.
Seguramente si la prudencia, generosidad y visión que tuvieron aquellos políticos se tuviera ahora, muchos de esos proyectos inconclusos o abiertos que deja nuestra Constitución los estaríamos cerrando y desarrollando, construyendo así cada día una Democracia más sólida, justa y prospera.
Seguramente no nos percatamos de que aquella generosidad para las mal llamadas «reivindicaciones históricas», de algunas regiones despertaría la voracidad de unos nacionalismos insaciables, ante los cuales el resto de comunidades terminarían diciendo «yo no soy menos» terminando por exigir unos supuestos «derechos históricos» que nunca existieron.
Seguramente ahora estamos asistiendo sin saberlo a un cambio de sistema, pues, este está dando sus últimas bocanadas y llevando la llamada ordenación territorial y descentralización autonómica al paroxismo y a una situación insostenible, agudizada con la crisis económica.
Por si fuera esto insuficiente, un aciago día de marzo la una sociedad conmocionada quiso por Presidente un iluminado que pretende cambiar el sistema sin reforma Constitucional. Pero no olvidemos que antes, había llegado también a secretario y candidato de su partido contra todo pronóstico, porque en aquel congreso recibió los votos de una facción (en realidad partido socialista independiente), a cambio de su apoyo en la deriva nacionalista en catalana.
Curiosamente el viejo político nacionalista Tarradellas, con la lucidez que le daban los años, el haber vivido nuestra convulsa II República y muchos años de exilio le llevaron a pronosticar a Julián Lago en una entrevista: «Un país donde hay diecisiete mercados con precios distintos del aceite no puede ir muy lejos, ni durar mucho»
En el reparto del botín de la transición los políticos se adjudicaron el chollo del "estado de las autonomías": diecisiete gobiernillos, dicisiete parlamentos, diecisiete consejos económicos y sociales... El problema ahora es que cómo van a renunciar a tan suculento festín. Ya están empezando a justificar el banquete diciendo que hemos mejorado tanto y cuanto gracias a las autonomías, pero sólo son palabras, no pruebas. Y cada vez más gente está de acuerdo en que la "deriva autonómica" es insoportable para la nación. El New York Times ya ha dedicado un par de artículos a este asunto, artículos silenciados en España por los dos partidos y sus medios de información´.
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