«LA REFUNDACIÓN DEL CAPITALISMO»
Durante los meses de septiembre y octubre del pasado 2008, el G-20 (un club privado formado por los representantes de los principales países desarrollados del mundo) anunció una convocatoria de urgencia para todos sus miembros. El título no podía ser más ostentoso y ambicioso o, simplemente, un mero vehículo para una buena campaña de marketing político: “REFUNDACIÓN DEL CAPITALISMO”.
En definitiva, nuestros políticos internacionales más sesudos, aconsejados por sus asesores más cualificados y, por supuesto, mejor pagados del planeta iban a darnos las soluciones para acabar con un mal endémico.
Durante esos días, fue casi imposible que transcurrieran 24 horas sin encontrarnos con alguna aparición pública de nuestro presidente, José Luís Rodríguez Zapatero, en una lucha infatigable para no quedar excluido, como si se tratase de ganar la batalla más importante en la vida de los españoles.
Grandes expectativas para una reunión de apenas unas horas y…TATATACHÁN… la solución para los males de la economía mundial estaría lista para ponerla en manos de la sociedad.
Nuestro presidente del gobierno entendía que todo esfuerzo era justificado para ESTAR presente en esa reunión. Y digo estar porque el tiempo no se empleó en preparar propuestas para el nuevo cambio en el modelo social que se debía producir, sino en intentar que el G-20 se transformara en el G-21. Para ello, lo primero era realizar una visita a su cabeza visible: el presidente Bush, en representación de los EE.UU., que debió tener la sensación de oler a azufre cuando Zapatero tocó a la puerta de la Casablanca. Tras el fallido intento se buscó a viejos amigos para cobrar los favores del pasado: recurriendo a Brasil y a su presidente para apoyar la presencia española y así con algunos países más. Esto no fue suficiente pero, como cualquier esfuerzo estaba justificado por la magnitud del evento, teníamos que estar presentes aunque fuese en segunda división. Así, nos agarramos a un clavo ardiendo al comprobar que había una posibilidad alternativa: el presidente de la vecina Francia tenía dos sillones (uno porque este país es miembro del G-20 y otro porque por aquel entonces era presidente de la Unión Europea). Finalmente nos ceden uno de esos sillones y celebramos que estaremos presentes en un punto y aparte de la historia.
Llegó el gran día en el que, al igual que Fleming descubrió la solución para un gran problema, el G-20 nos iba a dar la solución a los problemas presentes y futuros del sistema capitalista. Pero lo que realmente ocurrió es que, si grandes eran las expectativas depositadas en esta reunión, mayor fue la decepción ante los resultados obtenidos.
Nada de refundación, todo se remitió a elaborar un gran escenario con mapamundi y todo de fondo; más tiempo dedicado a salir guapos en las fotografías, que recorrerían gran parte del mundo, y menos dedicación real a solucionar los problemas actuales.
Concluyendo, en esta reunión importantísima, tanto por su envergadura como por su alcance internacional, nada de refundación del capitalismo como anunciaba su título. Los acuerdos adoptados se limitaron a fijar unas cuantas medidas conjuntas pero ¡oh, sorpresa! Bajo las reglas de juego del capitalismo. Sí señores, ése mismo que se pretendía refundar. Tantas expectativas para que los estados se limitaran a anunciar, todos a la vez, bajar los impuestos e incrementar el gasto público. ¡QUÉ GRAN DECEPCIÓN!
Durante los meses de septiembre y octubre del pasado 2008, el G-20 (un club privado formado por los representantes de los principales países desarrollados del mundo) anunció una convocatoria de urgencia para todos sus miembros. El título no podía ser más ostentoso y ambicioso o, simplemente, un mero vehículo para una buena campaña de marketing político: “REFUNDACIÓN DEL CAPITALISMO”.
En definitiva, nuestros políticos internacionales más sesudos, aconsejados por sus asesores más cualificados y, por supuesto, mejor pagados del planeta iban a darnos las soluciones para acabar con un mal endémico.
Durante esos días, fue casi imposible que transcurrieran 24 horas sin encontrarnos con alguna aparición pública de nuestro presidente, José Luís Rodríguez Zapatero, en una lucha infatigable para no quedar excluido, como si se tratase de ganar la batalla más importante en la vida de los españoles.
Grandes expectativas para una reunión de apenas unas horas y…TATATACHÁN… la solución para los males de la economía mundial estaría lista para ponerla en manos de la sociedad.
Nuestro presidente del gobierno entendía que todo esfuerzo era justificado para ESTAR presente en esa reunión. Y digo estar porque el tiempo no se empleó en preparar propuestas para el nuevo cambio en el modelo social que se debía producir, sino en intentar que el G-20 se transformara en el G-21. Para ello, lo primero era realizar una visita a su cabeza visible: el presidente Bush, en representación de los EE.UU., que debió tener la sensación de oler a azufre cuando Zapatero tocó a la puerta de la Casablanca. Tras el fallido intento se buscó a viejos amigos para cobrar los favores del pasado: recurriendo a Brasil y a su presidente para apoyar la presencia española y así con algunos países más. Esto no fue suficiente pero, como cualquier esfuerzo estaba justificado por la magnitud del evento, teníamos que estar presentes aunque fuese en segunda división. Así, nos agarramos a un clavo ardiendo al comprobar que había una posibilidad alternativa: el presidente de la vecina Francia tenía dos sillones (uno porque este país es miembro del G-20 y otro porque por aquel entonces era presidente de la Unión Europea). Finalmente nos ceden uno de esos sillones y celebramos que estaremos presentes en un punto y aparte de la historia.
Llegó el gran día en el que, al igual que Fleming descubrió la solución para un gran problema, el G-20 nos iba a dar la solución a los problemas presentes y futuros del sistema capitalista. Pero lo que realmente ocurrió es que, si grandes eran las expectativas depositadas en esta reunión, mayor fue la decepción ante los resultados obtenidos.
Nada de refundación, todo se remitió a elaborar un gran escenario con mapamundi y todo de fondo; más tiempo dedicado a salir guapos en las fotografías, que recorrerían gran parte del mundo, y menos dedicación real a solucionar los problemas actuales.
Concluyendo, en esta reunión importantísima, tanto por su envergadura como por su alcance internacional, nada de refundación del capitalismo como anunciaba su título. Los acuerdos adoptados se limitaron a fijar unas cuantas medidas conjuntas pero ¡oh, sorpresa! Bajo las reglas de juego del capitalismo. Sí señores, ése mismo que se pretendía refundar. Tantas expectativas para que los estados se limitaran a anunciar, todos a la vez, bajar los impuestos e incrementar el gasto público. ¡QUÉ GRAN DECEPCIÓN!
Jumilla democrática:
ResponderEliminarPor fin en muchos años, el equipo de gobierno sufre, si se puede considerar sufrir, para el psoe así lo parece, la libertad de expresión.
Durante años en Jumilla se acostumbra a publicar lo que previamente ha publicado el gobierno y los que, con valentía, no se limitaban a reproducir la versión oficial veían como no podían sobrevivir en JUmilla y cerraban el chiringuito.
Ahora desde telecable Jumilla, lo cual les honra, auqnue sea la excepción), aparece la rendrija unprograma de opinión, en el que cada cual manifiesta su punto de vista y punto. Gran dellito TCJ, verter opiniones contrarias o distintas a la oficial está penado en Jumilla, y ya van dos de los 4 participantes que han sufrido, públicamente las descalificaciones de la máxima autoridad local.
Que ocurrirá a Telecable de continuar así, de momento la empresa ya anuncia al final del programa que no se hace responsables de las opiniones vertidas.
Que quereis que os diga, yo muy bien se lo que significa la venganza personal y ahora me solidarizo con otros dos "marcados" por la vara de mando, bendita bendíción, valga el epíteto, de ser recriminado por expresarse libremente en una Nación democrática, en un pueblo democrático, le pese a quien le pese, ya está bien de temores de las represalias.
Con sus palabras, el propio Alcalde se retrata.
Gracias y enhorabuena, por qué?
Porque los derechos se ejercen por quienes los tengan y a quien tenga miedo de ejercerlos, que estudie educación para la ciudadanía y que siga votando según "conciencia".
Ya está bien, hay que cerrar el cortijo de una vez por todas y abrir el santo ayuntamiento.
Jumillano humilde y en el paro desde Enero.