Vengo observando unos días a la entrada de Jumilla (en las inmediaciones del supermercado el Día a orillas de la carretera), un bonito coche tuneado color gris metalizado con un letrero que reza: “SE VENDE”. Imagino (ignoro si estaré en lo cierto), que es de un joven perteneciente a la «Generación León», lo pienso así porque tunear los automóviles es propio de dicha generación.
La expresión «Generación León» se ha extendido entre los estudiosos de la sociedad, al igual que en los 80 se acuñó la de «Generación Danone», para designar a unos jóvenes que habían sido bien alimentados en su infancia aumentando la talla media de los españoles. Más tarde, en los noventa vino la generación «Petit_suit», ahora en el dos mil la «León».Se caracteriza esta generación porque cumplieron los 16 añitos en la “España va bien” de Aznar y los que les siguieron, ya con Zapatero en el gobierno. Son hijos de la bonanza y alumnos LOGSE; pero que ante la alegría económica de esos años, decidieron que lo suyo no era estudiar y se salieron del sistema educativo con 17 añitos sin obtener el título de la ESO. ¿Para qué seguir estudiando o formarse si había demanda de trabajadores, un sueldo les permitía comprarse sus caprichos sin depender de papá. Muchos jóvenes optaron por la incorporación al trabajo y, aunque obtuvieran la graduación en la ESO, les parecía mejor horizonte que ir al grado medio de la Formación Profesional. Sin más cualificación, fueron a parar al sector de la construcción, donde en algunas especialidades como encofradores, consiguieron en poco tiempo ganar cerca de las 900.000 ptas. al mes (eso sí en Canarias y haciendo un montón de horas extras –podría dar nombres y apellidos-). El dinero, o no hacía falta en casa, o los padres dejaron que buena parte de sus sueldos fueran administrados por estos prometedores profesionales. Por tanto, no tardaron en comprarse por lo general un Seat León (de ahí el nombre). Rápidamente tintaron sus lunas, pusieron alerones o llantas de aleación a sus ruedas, amén de un equipo sonoro que ya quisieran algunas discotecas.
Hoy, desgraciadamente, estos jóvenes leones están en el paro, sin otra cualificación que la adquirida en los cuatro o cinco últimos años, por lo que tienen difícil la recolocación fuera de la construcción, careciendoademas del título educativo más básico. Ellos son las primeras víctimas visibles que nos deberían conducir a todos a una profunda reflexión sobre lo que hemos hecho en los últimos años, así como los valores y conductas que mantenemos en el seno de nuestros hogares.
La expresión «Generación León» se ha extendido entre los estudiosos de la sociedad, al igual que en los 80 se acuñó la de «Generación Danone», para designar a unos jóvenes que habían sido bien alimentados en su infancia aumentando la talla media de los españoles. Más tarde, en los noventa vino la generación «Petit_suit», ahora en el dos mil la «León».Se caracteriza esta generación porque cumplieron los 16 añitos en la “España va bien” de Aznar y los que les siguieron, ya con Zapatero en el gobierno. Son hijos de la bonanza y alumnos LOGSE; pero que ante la alegría económica de esos años, decidieron que lo suyo no era estudiar y se salieron del sistema educativo con 17 añitos sin obtener el título de la ESO. ¿Para qué seguir estudiando o formarse si había demanda de trabajadores, un sueldo les permitía comprarse sus caprichos sin depender de papá. Muchos jóvenes optaron por la incorporación al trabajo y, aunque obtuvieran la graduación en la ESO, les parecía mejor horizonte que ir al grado medio de la Formación Profesional. Sin más cualificación, fueron a parar al sector de la construcción, donde en algunas especialidades como encofradores, consiguieron en poco tiempo ganar cerca de las 900.000 ptas. al mes (eso sí en Canarias y haciendo un montón de horas extras –podría dar nombres y apellidos-). El dinero, o no hacía falta en casa, o los padres dejaron que buena parte de sus sueldos fueran administrados por estos prometedores profesionales. Por tanto, no tardaron en comprarse por lo general un Seat León (de ahí el nombre). Rápidamente tintaron sus lunas, pusieron alerones o llantas de aleación a sus ruedas, amén de un equipo sonoro que ya quisieran algunas discotecas.
Hoy, desgraciadamente, estos jóvenes leones están en el paro, sin otra cualificación que la adquirida en los cuatro o cinco últimos años, por lo que tienen difícil la recolocación fuera de la construcción, careciendoademas del título educativo más básico. Ellos son las primeras víctimas visibles que nos deberían conducir a todos a una profunda reflexión sobre lo que hemos hecho en los últimos años, así como los valores y conductas que mantenemos en el seno de nuestros hogares.
Querido "Rendrijero": tienes toda la razón del mundo. El problema no es tanto (que lo es) los mayores de 40 años en paro, sobre todo por las cargas familiares (por arriba y por abajo) que puedan tenr, sino los "LEONES" que hemos dejado crecer como sociedad. Mi reflexión es bastante sencilla: da igual quién haya propiciado esta crianza leonina, da igual si el león es de "buena familia" o no, da igual las razones que le llevaron a ello a unos u otros. Lo inteligente es pensar en el futuro, en encauzar los problemas del presente y los que se nos avecinan en función de las mimbres que tenemos; yo pido, por puro egoismo, que nos pongamos a trabajar todos, porque a todos nos afectará que crezca el número de "leones hambrientos". Hemos de darnos cuenta que no se trata ya de solidarida, de fraternidad ni de otros valores más o menos "celestiales", se trata de "supervivencia". El que haya visto algún que otro programa de La 2, sabrá que los leones son capaces de comerse a los cachorros si se descuida la madre. A buenos entendedores, pocas palabras bastan: a más leones, más peligro para el resto.
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